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LINCOLN, desde la memoria

Se trataba de rescatar la figura de uno de los mejores estadistas que ha tenido la humanidad prácticamente en el mismo mes en que se estrenaba una historia basada en su persona pero a manera de cazador de vampiros. El Lincoln de Spielberg quería que en años turbulentos en el mundo, en Estados Unidos, se pensara de nuevo en el futuro, como lo hizo el propio Lincoln, uno de los presidentes más sacrificados en la historia de ese país.

No era cuestión de escándalos ni de biografías épicas en las que un don nadie se vuelve director del país más poderoso del mundo. No era para acercarse a la parte mórbida de un asesinato complejo y brutal o de encontrarle culpables, causas y consecuencias. Tan no lo era que esa parte, la del asesinato de Lincoln en el teatro Ford, ni siquiera se ve en pantalla.

Todo comienza en lo más crudo de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, con un norte debilitado y un presidente impopular en la otra mitad del país. Desde ahí Spielberg recorre los días de la culminación de esa revolución que son, al mismo tiempo, los del nacimiento de su país. Lo hace, creo, no desde la óptica patriota y chauvinista, sino desde la que debe darle al hombre que consiguió que ese nacimiento se hiciera realidad la oportunidad de hablar a los habitantes actuales del mundo y explicarles que el futuro aún está lejos y que gente como él solamente se dedicaron a dar los primeros pasos.

Así, traído desde la memoria es que se ve Lincoln en la película de Spielberg. Siempre está rodeado de cierta oscuridad que oculta su rostro pero que delimita su figura. Es como su Spielberg quisiera que viéramos que Lincoln casi se desvanece en la memoria. Es como si buscara que rascáramos en esa memoria plasmada en la fotografía de Jansuz Kaminski para traerlo de nuevo a nuestro mundo, para que sus ideas aterricen de nuevo aquí.

La película sí es política, pero igual que Lincoln es humanista, abierta, mucho más de vanguardia que muchos políticos actuales. La película es barroca, como los tiempos en que está ambientada, algo rebuscados. Es una película que quiere devolverle al espectador la alegría de tener algo de esperanza. Por ello retrata al Lincoln esperanzado pero que trabaja para que las cosas ocurran; por ello su personaje es calmado y relajado a pesar de vivir presiones monumentales; por ello es casi preciosista y casi nostálgica.

Repito, sin ideas patriotas ni chauvinismo, Spielberg acomoda así, casi sin querer, la parte más importante en la vida de un estadista que hoy mucho otros deberían estudiar y entender.

¿A qué político(s) le regalamos la película?

Por Erick Estrada www.cinegarage.com

Imagen: Daniel Day Lewis es Lincoln en la película de Steven Spielberg.
Mascultura 03-Jun-13