Los niños y los jóvenes son lectores muy apasionados
Paula Bombara (Argentina, 1972) estudió primero para ser Bioquímica y después cursó tres años de la carrera de Filosofía. Pero ya desde sus años universitarios, Paula tenía claro que quería escribir ficción. Gracias a sus formaciones académicas, pudo desarrollar dos facetas en la escritura para niños y jóvenes: la producción literaria y la divulgación científica.
Bombara es autora de decenas de libros, pero uno de los más conocidos es El mar y la serpiente (2005), una novela juvenil sobre la guerra sucia de la dictadura militar en Argentina. También Una casa de secretos, pues con ese libro ganó en 2011 la décima edición del Premio de Literatura Infantil “El Barco de Vapor” Argentina, de SM. Paula ha publicado otros cuentos con nuestra editorial, en las compilaciones Diez en un barco (2014) y Susurros que cuenta el viento (2014).
En 2003 fue convocada por la editorial Eudeba para desarrollar la colección ¿Querés saber?, de divulgación científica para niños, que hoy cuenta con más de treinta títulos.
Paula Bombara estará en la Ciudad de México en noviembre para asistir al III Congreso Iberoamericano de Lengua y LIteratura Infantil y Juvenil. La argentina participará en el coloquio Libros informativos para niños y jóvenes: diversidad y calidad. Mientras llega ese día, Paula nos cuenta su experiencia como autora de literatura para niños y jóvenes.
1. ¿Cómo y cuándo comenzaste a escribir literatura para niños y/o jóvenes?
Comencé en el año 2000, aunque mis primeras publicaciones son de 2003. En aquella época todavía trabajaba en un laboratorio como bioquímica, y la escritora Graciela Montes me aconsejó concurrir al taller literario de Susana Cazenave de Rodriguez. En ese espacio escribí mis primeros relatos para este público.
2. ¿Qué implica para ti escribir para este público?
Son lectores muy apasionados, que no tienen pelos en la lengua a la hora de hablar sobre aquello que les gustó y especialmente sobre lo que no les gustó; esto me resulta sumamente interesante. Los comentarios de mis lectores me hacen pensar y redoblan mi entusiasmo a la hora de decidir en qué colecciones publicar mis historias. También los reconozco lectores que se arriesgan y a los que se les puede hablar sin vueltas de cualquier tema. Sin vueltas pero del modo adecuado. La búsqueda del cómo contar es lo que más me ocupa, tanto cuando escribo comunicación científica como textos de ficción.
3. ¿Recuerdas qué libros te inspiraron cuando eras niño o adolescente?
La primer novela que leí sola, a los seis años, fue Dailan Kifki, de María Elena Walsh. Aún tengo ese libro, lo quiero mucho. Y recuerdo la sensación de ir avanzando en la lectura con esfuerzo, a puro deseo, con alegría. A los 11 años leí El diario de Anna Frank. Considero este libro una visagra en mi recorrido lector pues cambió mi modo de leer, me llevó a investigar, a querer leer otras historias del Holocausto, a tomar una decisión política siendo aún una niña y a sentir que con la injusta muerte de Anna me habían privado de una escritora que seguramente hubiera sido genial. En la adolescencia devoré libros de terror en cantidad. Uno de los autores que conocí a esa edad y al que vuelvo siempre es Edgar Allan Poe. Un genio que nunca me canso de releer.
4. ¿Estás de acuerdo en que la literatura infantil y juvenil debe ser un “derecho en un mundo cambiante”, como reza el título del III CILELIJ?
El acceso al arte y a la ciencia es un derecho tal como lo declara la Convención sobre los derechos del niño de UNICEF. Yo estoy completamente de acuerdo, pues la cultura es parte de nuestra identidad y para que nuestros niños estén bien parados ante los cambios del mundo, me parece indispensable que sean lectores. Leer no solo los capacita para comprender mejor la palabra escrita, también los predispone a conocerse mejor, a escuchar a los otros y a pedir ser escuchados. Las personas que leen encuentran mundos en los libros pero también adquieren la capacidad de leer el propio mundo y eso me parece fundamental en la formación de ciudadanos críticos y pensantes.
5. El CILELIJ tiene tres ejes temáticos transversales: lo testimonial, lo fantástico y lo simbólico ¿Cuál de los tres consideras que está más presente en tu obra para niños y/o jóvenes?
Trabajo sobre lo testimonial tanto cuando compongo textos de ficción como cuando me dedico a la no ficción, pues lo que me lleva a escribir es aquello que me rodea, que respiro en mi realidad. Se trate del quehacer de los científicos o de las peripecias de un personaje, las circunstancias que le dan origen al texto tienen mucho que ver con mi presente.
Respecto a lo fantástico, me gusta pensar en la realidad como un lugar donde reina cierto componente extraño, inexplicable; podemos ver lo que nos rodea con naturalidad pero también podemos mirarlo con un detenimiento extraño que ponga en juego lo raro, lo esquivo. Aparece eso en mi ficción pues ese modo de mirar está en mi vida.
Y lo simbólico es lo que más me ocupa pues me desvela pensar cómo contar cada historia. Explorar el lenguaje es de las cuestiones de la escritura que más disfruto. Demorarme en elegir qué palabras sí, cuáles palabras no; sopesar el efecto que tendrán en boca de tal o cual personaje. Qué decir y qué callar. Cuándo ser dura y cuándo ser de agua. Y no solo trabajar con las palabras sino también con los silencios. Eso me da mucho placer.
Entrevista tomada de Ediciones SM.
MasCultura 10-ago-16