Divine: la reinvención del transformismo

Divine: la reinvención del transformismo
26 de mayo de 2020
Fabián V. Escalante

“Con los años se hizo más atemporal, más graciosa y más original. Divine nunca fue kitsch siempre fue punk, mucho antes de que existiera algo así”.

John Waters

Ser punk antes que kitsch

En las revoluciones culturales siempre se manifiestan las creaciones y los creadores: la música, la literatura, el cine, la fotografía, la pintura, la danza y el teatro jamás son ajenas a ellas, y exactamente lo mismo sucede con todo lo que exprese su movimiento, su causa o el simple deseo de ser visto y escuchado para ensamblar una nueva creencia. En muchas de estas luchas han existido diferentes tipos de activistas que buscan transformar su voz en un rugido capaz de despertar a quienes viven en la oscuridad de la violencia y el miedo. Hace más de cincuenta años, los movimientos a favor de una libre orientación comenzaron su andar gracias a la aparición de nuevos sujetos sociales: los queers, los “extraños”, que dejaron efectos duraderos en el inicio de esa revolución a partir de 1969. En efecto, Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera iniciaron uno de los disturbios que dio visibilidad a este movimiento, recordado cada mes del orgullo. Mientras tanto, otra drag queen se hacía visible en un film de humor negro: Mondo Trasho, una creación de John Waters, el hombre que ayudaría a recordar para siempre al icónico personaje de Divine con sus delirantes creaciones femeninas en el cine y el teatro. El escándalo y la provocación que creaba Waters se encarnaban en este gran personaje enfundado en un vestido y con tacones para mostrarse más dragona que reina.

Hoy, mucha gente tiene una noción sobre quién fue Divine; sin embargo, muchísimos no saben quién es Harris Glenn Milstead, quien por una mera coincidencia también fue Divine. Gleen, el alma de Divine, era tan distinto de su personaje como el día y la noche. Estamos ante un resplandor de amabilidad, timidez y oscuridad repleta de destellos y controversias que complementaban el shock llamado Divine, quien dio vida a una adolescente, a una desdichada ama de casa y a la persona más inmunda en los míticos personajes con peluca.

El nacimiento de Divine

La historia de Gleen comienza como la de cualquier otro chico que llega a vivir a un suburbio de Baltimore para continuar sus estudios. Es tímido, y termina acosado por sus compañeros de escuela. Al poco tiempo se consigue una novia, hace amigos en su vecindario y ahí también se transforma: el chico tímido se convierte en la musa de un cineasta. Así nacieron una leyenda y un icono de lo underground.

John Waters bautizó a Gleen como Divine gracias la inspiración de la novela Nuestra Señora de las Flores, de Jean Genet, una novela publicada en 1943. Esta obra retrata la vida de una drag queen llamada Divine, quien al morir por tuberculosis es canonizada. Una historia que se repite cuando Gleen muere de cardiomegalia y es canonizada como leyenda de la cultura queer.

Al inicio de su carrera como actriz en el equipo de Waters, los Dreamlanders lo llevan a cumplir el sueño de ser Elizabeth Taylor. Las pelucas, los tacones, los vestidos y el maquillaje guiaron a Gleen al mundo del travestismo para transformarse en su propia versión de Elisabeth Taylor. Esto ocurría de la mano de David Lochary, el creador de la estética contracultural que ha caracterizado a Divine durante décadas.

Probablemente Divine no cumplía con los estereotipos de las drag queens que se mostraban como unas damas por los cuatro costados. Al romper las reglas del drag, fue en contra de lo queer, cuando este movimiento ya se había enfrentado al sistema. Divine lo rompió por completo. Sin embargo, su personaje cumplía un objetivo preciso: todo tenía que ser absurdo, exagerado, desequilibrado e irreverente gracias una grotesca figura que hacía suya la incorrección política. Aunque para algunos era una figura transgresora y provocativa, esto, obviamente, tuvo un costo: muchas personas – incluyendo su familia– decidieron alejarse de Gleen. ¿Qué habría pasado si aquel niño acosado y tímido no aceptara ser una estrella? Seguramente nada, no hubiera pasado nada, así de simple y aburrido. Tal vez solo habrían pasado dos décadas y el mundo de la diversidad no sería tan visible como hoy.

La consagración y el horror

Al dar el primer paso en su carrera como actriz, el primer shock fue para su familia al ver el cortometraje Eat Your Makeup, donde Divine interpreta a una loca Jackie Kennedy que en su mente revivía el asesinato de JFK. Su familia no comprendía qué estaba pasando con el hijo que habían criado, y esa impresión persistió con otros films, como Mondo Trasho, Multiple Maniacs, Pink Flamingos y Female Trouble, pues en cada una de estas películas encarnaba lo más retorcido de Divine. No cabe duda de que, en esos momentos, la peor y la mejor película era Pink Flamingos, un producto considerado asqueroso, frívolo, blasfemo y, por supuesto, de mal gusto. Todo un acto de terrorismo cinematográfico que iba en contra del buen gusto. A 48 años de su estreno, esta película es considerada una obra de culto que no ha borrado del mapa del cine trash ni a Waters ni a Divine. Los espectadores podrán amarla u odiarla, pero no podrán dejar de hablar de ella, pues la estética de Divine nuevamente transformó lo grotesco en divino y nos enseñó a comer heces con todo el glamour y profesionalismo de una estrella de Hollywood.

Glenn era reconocido como una actriz y no como ese señor extraño que solía vestirse de mujer. En 1985, después de interpretar varios papeles, obtendría uno de los más relevantes: un personaje masculino, Hilly Blue, en Trouble in Mind. En 1988 llegó Hairspray, una nueva producción, un trabajo que la crítica alabó como la obra más exitosa y comercial de Waters y Divine. Desafortunadamente esta fue la última producción de Glenn, en la que interpretaba el rol de una amorosa madre, no una drag queen.

Pocas semanas después de su estreno –a los 42 años de edad– la estrella del underground cerraba su ciclo de una manera inesperada, una fatalidad que le daba un toque agridulce al éxito de Hairspray. Sin embargo, el tiempo pasó y Hollywood hizo una remake y Broadway creó una adaptación musical de esta obra que ha sido amada desde 2002.

Vida después de la muerte

Gracias a las vueltas de la vida y la suerte, otra puerta se le presentó para Divine. Esto ocurrió en el mundo de la música gracias al productor Bobby Orlando. La nueva década abrió la posibilidad de trascender en el mundo del High-NRG. Después de sus personajes en cine y teatro, Divine tenía que brillar tanto como la música disco de sus sencillos, como Native Love, Shake It Up, Shoot Your Shot, You Think You’re A Man y I’m So Beautiful. Cada una de estas piezas le daba una nueva capa de maquillaje, y esto sin pensar si tenía realmente talento como cantante. Las contrataciones comenzaron desde pequeños shows en discos, bares y foros hasta los grandes palacios del dance. Divine relucía tanto como una esfera de espejos sin que sus espectadores supieran que era una estrella del cine con una carrera marcada por la polémica. En esta nueva etapa de su vida, Divine era amada por una gran variedad de músicos que la esperaban para tomarse una foto con ella. Glenn, la drag queen madre, era el creador su reinvención.

El impacto de Divine

Divine es una madre capaz de crear la visibilidad que dio el derecho de ser y existir para cientos de personajes que hoy se muestran en diferentes espacios del medio, como RuPaul, drag queen, actriz, cantante, compositora y presentadora de su propio show con once temporadas. RuPaul’s Drag Race ha buscado e impulsado a cientos de drags queens a continuar el camino del estrellato. Pero el éxito de este show no es único: el cantante, diseñador, empresario y beauty blogger Jeffree Star creó su línea de cosméticos y un canal de YouTube donde muestra diferentes técnicas de maquillaje. Otro caso de éxito y visibilidad en los carteles de los festivales de música es Pabllo Vittar cantante, compositora y primera drag queen brasileña en ganar un MTV Europe Music Award y nominada a un Grammy Latino.

En los últimos años, en casi todos los espacios culturales hemos apreciado la lucha por diversidad: en la música esto ha ocurrido con cantantes y productoras trans como SOPHIE, nominada a un Grammy, y exactamente lo mismo puede decirse de Arca, la productora venezolana que se encargó de los dos últimos trabajos de estudio de Björk. En el cine, la chilena Daniela Vega participó en Una mujer fantástica, que ganó el Óscar a la mejor película extranjera en 2018. Y los libros tampoco han sido ajenos a este proceso: las memorias de Amrou Al-KadhiUnicornio: memorias de una drag queen musulmana– también nos revelan cómo crece la visibilidad que se siente orgullosa de cada sigla de la comunidad LGBTTTIQ+.

“Divine es la Godzilla de las drag queens. Todas quieren ser Miss América y ella rompe con todo eso, de ahí que muchas la odien”. Con esta frase, John Waters coloca en lo más alto de la marquesina rodeada de luces destellantes el icónico nombre de Divine, un personaje que sigue acaparando todas las miradas.+