La dueña de Tusquets Editores habla de las intimidades y anécdotas de grandes autores

La escritora francesa Margarite Duras "era fea como un sapo y muy antipática", mientras que el argentino Adolfo Bioy Casares fue "un machista", aseguró Beatriz de Moura, creadora y dueña de la editorial Tusquets, quien asiste a la Feria del Libro de Buenos Aires.

Duras (1914-1996), con cuya obra Tusquets logró uno de sus primeros "grandes éxitos" editoriales, "tuvo un amante, Jean Andrea, que fue quien la llevó a la bebida y vivía en una buhardilla de París pagada por ella", apuntó en una entrevista que publica hoy el diario bonaerense La Nación.

Moura, nacida en Brasil y radicada en España, afirmó que la literatura latinoamericana y la española "nunca se tocaron" porque "lo hispano no cruza el Atlántico, ni siquiera se mezcla en el continente, lo que es una verdadera lástima".

Entre otras intimidades de grandes escritores, Moura contó que el rumano Emil Cioran (1911-1995) era un "apátrida" que escribía con humor.

"Una vez le dije 'sus libros me hacen reír mucho' y él me contestó 'por fin alguien se ríe con mis libros'. Era un apátrida que vivía en una buhardilla infame, porque sus libros no se vendían y si lo invitabas a comer lo hacía con fruición", comentó.

La editora dijo que conoció a Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, en los años '50, cuando el peruano y su esposa de entonces, Julia Urquidi, fue hospedado en París por "su amigo" colombiano Gabriel García Márquez, Nobel de 1982, quien vivía modestamente en la capital francesa.

"Recuerdo que (Vargas Llosa y su esposa) eran tan pobres que él colgaba un cable desde la lamparita para planchar la raya del pantalón", señaló.

Julia Urquidi, tía del escritor peruano, "era guapetona, inteligente, pero muy mandona; y allí llegó Patricia, la sobrina de los dos, y supongo que se enamoraron y ya: debe haber sido un escándalo, me imagino", agregó.

Moura sostuvo que Bioy Casares (1914-1999), Premio Cervantes de Literatura 1986, a quien se le consideraba un mujeriego "era machista y tenía una enorme incapacidad para comunicarse naturalmente con las mujeres".

"Él sabía a quién tenía que seducir y a quién no y siempre nos trataba con una distancia aristocrática", puntualizó.

La editora confesó que en su juventud fue militante "sin carné" del Partido Comunista que aprovechaba su condición de hija de un diplomático para traspasar fronteras desde Ginebra, donde estudiaba, para repartir el periódico Mundo Obrero.

Buenos Aires, 5 may (EFE)