Artículo "Los hijos de Dédalo"
“Los ingenieros son los Oompa-Loompas de la ciencia”, afirmó alguna vez Sheldon Cooper, científico protagonista de la sitcom The Big Bang Theory. Evidentemente, tal aseveración era peyorativa, dando a entender que son los científicos teóricos quienes doman las leyes del Universo mientras que los ingenieros sólo aceitan los engranes y aprietan las tuercas de los aparatos producto de tales descubrimientos.
Sin embargo, la realidad es otra: son los vituperados ingenieros los que diseñan la manera en que los principios del cosmos pueden ser aplicados para facilitar la vida cotidiana: quizá haya sido George Simon Ohm quien descubrió la relación entre corriente eléctrica y diferencia de potencial, pero fue Thomas Alva Edison quien aplicó ese conocimiento para construir la bombilla incandescente, misma que permitió a la humanidad robarle horas a la noche; quizá haya sido Blaise Pascal el que descubrió el principio de los fluidos que lleva su nombre, pero tuvo que llegar Joseph Bramah para aplicarlo construyendo la prensa hidráulica, una de las herramientas básicas de la industria moderna.
Los griegos, más generosos que el doctor Cooper, daban un lugar privilegiado a aquellos que lograban convertir las leyes naturales en artilugios útiles. Hefestos, el laborioso aunque contrahecho hijo de Hera, se encargaba de elaborar las armas de los dioses, aplicando los fundamentos de la metalurgia y la termodinámica, mientras que Dédalo, un simple humano de renombrada inteligencia, era capaz de diseñar desde intrincados laberintos para capturar monstruos innombrables hasta alas artificiales que le permitieron escapar de cierto patrón ingrato. Por desgracia, el buen hombre también descubrió a la mala que la inteligencia no es necesariamente hereditaria.
La estirpe de Dédalo ha dado grandes hombres a la humandidad, como Nikola Tesla. Margaret Cheney es autora de una muy completa biografía de uno de los genios más grandes del siglo xix, y desafortunadamente, de los menos reconocidos en su tiempo: Nikola Tesla, el genio al que le robaron la luz.
El mundo de hoy le debe a Tesla, entre otras cosas, los modernos sistemas de generación y distribución de luz eléctrica, sin los cuales la tecnología actual sería impensable. Además, su gran capacidad le permitió prefigurar ingenios que después otros se adjudicarían, tales como los rayos X, el transmisor de radio o los sistemas de control remoto. El libro de Cheney es una exploración de la vida del científico serbio, elaborada con partes de sus documentos personales y testimonios de sus contemporáneos, donde se consigna su complicado temperamento, su insaciable curiosidad, sus cruentos enfrentamientos con sus detractores —Thomas A. Edison a la cabeza—, y los múltiples fraudes de los que fue objeto.
Otro personaje que cambió nuestro mundo para siempre fue Steve Jobs. Brent Schlender trató, según su propio testimonio, al legendario fundador de Apple durante veinticinco años, en una relación de amistad que sólo concluyó con la muerte de Jobs en 2011. Fue testigo de su ascenso como uno de los mayores innovadores del siglo xx, de sus innegables aportes a la revolución informática del siglo xx, y por supuesto, de sus descalabros. En el texto, Steve Jobs se devela, más que como un genio de la informática, como un experto hombre de negocios, hábil para conformar equipos de trabajo que compartieran su visión y concretarla, y con la capacidad de remontar aún los fracasos más estrepitosos.
El libro de Steve Jobs también muestra el rostro más íntimo del personaje, narrándonos su infancia como hijo adoptado, su temprano amor por las artes, su apego a las filosofías orientales, su carisma abrasador y su desprecio hacia aquellos que no consideraba a su altura. Este libro quizá no guste a los admiradores incondicionales de Jobs, pues lo muestra con todas sus flaquezas y mezquindades. Sin embargo, el lector llega a la conclusión de que, quizá sin esas profundas contradicciones, no hubiera tendido la audacia de cambiar al mundo con sus creaciones.
Por medio de un viaje literario por las vidas de personajes como Ada Lovelace —hija de Lord Byron, considerada la primera programadora—, Charles Babagge, Alan Turing, los creadores de la máquina ENIAC o Bill Gates, Los innovadores, libro de Walter Isaacson, más que narrar la vida de una serie de científicos y matemáticos que hicieron posible el desarrollo de la informática, elabora una profunda reflexión acerca de la naturaleza de la innovación. Si bien los primeros libros de esta lista tratan sobre dos personajes en particular, Los innovadores muestra que lo que permite las revoluciones tecnológicas, más que el trabajo de solitarios excéntricos, es la acumulación de múltiples saberes, visiones y descubrimientos. Este texto es indispensable para cualquiera que se pregunte la manera en que la tecnología se nutre de muchas otras disciplinas, y de cómo la imaginación creativa y la intuición artística son indispensables para el ingeniero.
El subtítulo del último libro a recomendar de inmediato nos remite a su naturaleza: De la catapulta al Curiosity. 250 Hitos en la historia de la ingeniería. El libro de la ingeniería, de Marshall Brain, es un resumen de los inventos más trascendentes de la historia de la humanidad, mismo que inicia con el arco y la flecha —con su origen fechado aproximadamente en el año 30,000 a. C.—, y concluye con sistemas que aún no han sido inventados, pero que ya son una realidad teórica, como las colonias humanas en Marte. A cada uno de estos avances tecnológicos, que lo mismo abarcan la arquitectura que la navegación, el diseño de armas, la astronomía o la informática, la autora les dedica una página en donde explica la trascendencia del descubrimiento y sus dificultades. Además, a cada texto monográfico lo acompaña una ilustración a color que permite reafirmar lo aprendido. Diga lo que diga el brillante Sheldon Cooper, los ingenieros son a tal grado importantes que si uno de ellos no hubiera inventado el papel, otro la tinta, y otros el sistema de impresión en cadena, usted no tendría este texto en sus manos.
Por Omar Delgado
MasCultura 16-ago-16