Perfil (esquizoide) de Zelda y Scott Fitzgerald
En 1918, dos jóvenes alegres y rebeldes se conocieron en un baile. Ella tenía dieciocho años, proveniente de una de las mejores familias de Alabama; él, de veintidós, nacido en Minnesota, esperaba órdenes para ser enviado a la Primera Guerra Mundial. El encontronazo, porque no se puede llamar de otra forma al inicio de la relación entre Zelda Sayre y Scott Fitzgerald, fue inevitable. Ambos eran hermosos y malditos.
Como ella prefería casarse con alguien de su clase y no con quien no podría cumplir sus exigencias, deshizo el compromiso con el joven Scott, quien siguió escribiendo lo que meses después se convertiría en su primer éxito literario: A este lado del paraíso, que vendió más de cuarenta mil ejemplares en 1920. Con dinero en el bolsillo, Zelda reanudó el compromiso. La boda se celebró el 3 de abril de 1920 y en 1921 nació su única hija, Frances “Scotie” Fitzgerald. Desde ese momento se convirtieron en la pareja más celebre, de ésas cuya presencia es indispensable para justificar cualquier exceso. Su manera de beber y divertirse los volvieron famosos, lo mismo que su comportamiento extravagante: viajaban en los techos de los taxis, se bañaban en la fuente del Hotel Plaza de Nueva York, llegaban en piyama a las fiestas “informales” o, como ocurrió en la fiesta del magnate de Hollywood, Samuel Goldwyn, sin invitación, llegaron en cuatro patas, ladrando como perros. En París continuaron la fiesta. Sin embargo, el tren de vida de la familia Fitzgerald comenzó a perder velocidad y muy pronto las deudas los ahogaron, junto con el alcohol. Los pleitos entre ellos por la falta de dinero se hicieron comunes.
La leyenda negra de Zelda, apuntalada por Hemingway, la convertiría en una especie de mala influencia que terminaría por hundir a su marido. En medio de la crisis, Fitzgerald siguió escribiendo hasta publicar clásicos como Hermosos y malditos (1922), El gran Gatsby (1925) y Suave es la noche (1935), novela que ocasionaría otra disputa entre la pareja: Zelda, internada en una clínica psiquiátrica hacia 1930, donde fue diagnosticada como esquizofrénica, escribió durante su estancia en la clínica la novela Save Me the Waltz, que usaba algunas ideas y escenas de Suave es la noche, por lo que Scott se lo recriminó.
Tras sufrir dos infartos, el 21 de diciembre de 1940, Scott Fitzgerald sufrió el último ataque al corazón. Tenía cuarenta y cuatro años de edad. Zelda moriría de manera trágica el 10 de marzo de 1948, durante el incendio de la clínica donde permanecía internada. Tenía cuarenta y ocho años.
Hasta 1975 fue posible que la pareja descansara en una misma tumba en el Cementerio de Saint Mary, en Rockville, Maryland. El epitafio reproduce la frase final de El gran Gatsby: “Y así seguimos empujando, botes que reman contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado”.
Con información de Vidas secretas de grandes escritores, editado por Océano.
MasCultura 21-oct-16