Select Page

Mañana en la batalla piensas en mí

Letras que dejan ver un poco de las historias de Javier Marias y cómo pueden llegar a mutar en nuestro pensamiento: en el día, en la tarde, en el alba. Te espero cada día. Las tristezas ya no deben de existir. No cargues con nuestra historia, recuérdala cuando caiga la lluvia. No sabemos mucho de la vida, mucho menos de las acciones o de las fuerzas naturales que estás rigen en nuestro camino. Jamás hemos tenido intimidad con nuestra alma, ni mucho menos han respetado nuestra intimidad trasgresora en el amor o la imagen perpetua de quienes están.
En estas historias el nada puede lastimar y el estoy cansado y aburrido de esta historia puede llegar al fondo de tu cabeza, no quiero seguir ni antes, ni después. De que sirven mil charlas en casa y decirlo todo. Solo releemos todo y pienso como soporte tanto. No eres mejor persona, ni ser humano para crecer a mi lado. No lo hiciste y ya, mil palabras para nada. Son pequeños fragmentos donde nos identificamos y decidimos plasmar nuestras  historias, para no olvidar que el amor y el desencanto por él puede hacerte vivir.

Javier Marías (Madrid, 1951) es escritor, articulista y traductor. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, fue profesor de Literatura Española y Teoría de la Traducción en la Universidad de Oxford (1983-1985), entre otras instituciones universitarias. Es miembro de la Real Academia Española desde 2008. Su relación con EL PAÍS se remonta a los inicios del diario y su firma es una de las más reconocibles del suplemento dominical. Sus escritos se recogen en diferentes publicaciones, entre los que destacan, Lección pasada de moda (2012) y Juro no decir nunca la verdad (2015). Con más de una decena de novelas publicadas, ha recibido múltiples galardones como el Premio Nacional de Narrativa (2012) por su novela Los enamoramientos y el Giuseppe Tomasi di Lampedusa, otorgado en 2014.

Publicada en 1994, Mañana en la batalla piensa en mí (título tomado de un verso de Shakespeare)

Víctor Francés, un escritor frustrado que presta su pluma a otros, es invitado a cenar a casa de Marta Téllez, una hermosa mujer casada a la que apenas conoces y cuyo marido está de viaje en Londres. La noche promete pero, antes de poder consumar el adulterio, Marta comienza a sentir el mal y muere. Víctor huye entonces de esa casa ajena, dejando a un niño de dos años durmiendo en una de las habitaciones y a una mujer muerta. Su reacción y esa infidelidad no consumada lo obsesionarán. En un Madrid invernal y nocturno, el narrador se convertirá desde ese momento en una sombra que se finge quien no es, que disimula sus intenciones, que no quiere ni busca nada pero, sin embargo, encuentra. Mañana en la batalla piensa en mí, merecedora de los premios Fastenrath 1995, Internacional de la Novela Rómulo Gallegos 1995, Femina Étranger 1996 y Letterario Internazionale Modello Cittá di Palermo 1998, nos habla sobre el ocultamiento y el olvido y sobre el engaño, que quizá «es nuestra condición natural». Javier Marías nació en Madrid de 1951.

Mañana en la batalla piensas en mí

“Nadie me creería si lo dijera, lo cual sin embargo no importa mucho, ya que soy yo quien está contando, y se me escucha o no se me escucha, eso es todo. Yo no lo busque, yo no lo quise, digo ahora por tanto, y ella ya no puede decir lo mismo ni ninguna otra cosa ni desmentirme, lo último que dijo fue: “Ay Dios, y el niño”. Lo primero que había dicho fue: “No me siento bien, no sé qué me pasa”. Quiero decir lo primero tras la interrupción del proceso ya habíamos llegado a su alcoba y estábamos medio echados, medio vestidos, y medio desvestidos. De pronto se retiró y me tapo los labios como si no quisiera dejar de besármelos sin la transición de otro afecto y otro tacto, y me aparto suavemente con el envés de la mano y se colocó de costado, dándome la espalda”.

“Ella, no contesto con palabras, hizo un gesto negativo con la nuca de sangre semiseca o barro, como si le constara articular. Me levante de la cama y di la vuelta y me arrodille a su lado para verle la cara le puse la mano en el antebrazo (tocar consuela, la manos del médico). Tenía los ojos cerrados y apretados en aquel momento, pestañas largas como si le dañara la luz de la mesilla de noche que aún no habíamos apagado”.

Libro: Mañana en la batalla piensas en mí. Javier Marias.

Mascultura 09-feb-17

@UlyssesAvath