Aquí no hay una lista con los mejores libros de 2018
A los rituales del recalentado debería sumarse uno igualmente popular: el de las listas. Año con año, listas de todas las materias inundan el espacio público. Casi siempre dan cuenta de «los 10 mejores lo-que-sea». Señale un objeto en el firmamento y seguramente habrá una lista de sus 10 mejores expresiones en el año. Desde las listas usuales (las 10 mejores canciones de 2018), hasta las más imbricadas (como los 10 mejores quesos o los 10 mejores restaurantes para comer en Asturias). También las hay de libros, naturalmente.
Los 10 mejores libros del año
A pesar de que todos los años se publican cientos de miles de títulos en el mundo, las listas sólo dan cuenta de los 10 mejores libros. Sospechosamente, nunca son menos ni más de 10. No son nueve, mucho menos 11. Sólo 10. Visto así, las listas casi siempre resultan una concesión a la arbitrariedad.
Todo comienza en la cifra. ¿Por qué precisamente 10? El número, hay que decirlo, es balsámico. Nada tan redondo y estable como el 10. El nueve es incómodo, apenas una estación de paso marcada por la impaciencia del siguiente punto, el que realmente se busca. El 11, en cambio, deja la desagradable sensación de haberse excedido, de dejar atrás el lugar en el mapa a donde se quería llegar. Pero la comodidad del número no debería justificar salvo eso mismo. Dudar, en principio, de las listas que privilegian la comodidad por encima de la exactitud parece una sana costumbre para el fin de año.
Las listas tienen una función prescriptiva. Entre el maremágnum de publicaciones que asedian las mesas de novedades, nunca sobra un poco de orden. Sin embargo, ese orden apenas responde a unos pocos parámetros, casi siempre arbitrarios, como toda selección confiada al criterio personal. Pero difícilmente la presentación de esas listas dejará en claro los parámetros de la selección, las motivaciones íntimas que llevaron a un hipotético lector o lectora a seleccionar 10 libros por encima de todos los demás.
El criterio de selección temporal, por lo demás, parece débil. ¿Qué dice de un libro haberse publicado en 2017 o en 2018? Si la prueba del tiempo es correcta, apenas un puñado de libros, muy pocos en realidad, mantendrán cierta vigencia a lo largo del tiempo. Una proeza reservada para los menos.
Selección por azar
La lectura, ya se sabe, es un fenómeno trascendentalmente íntimo. Toda carrera lectora está marcada por hitos personales, resortes secretos que se contraen o expanden según las texturas de la página. La carrera del lector no es lineal, mucho menos uniforme; está marcada por numerosos equívocos. En realidad, nunca es un camino estable, con estaciones definidas o arribos obligados. Si algún patrón la distingue ese es el del azar. Nada tan azaroso como el encuentro afortunado de un libro y su lector.
Inevitable hablar aquí de la experiencia personal. Mis mejores lecturas del 2018 estuvieron dictadas por el más salvaje azar. No hubo lista que mediara en mi encuentro. Y cuando así ocurrió, cuando dejé que un criterio ajeno dictara mis lecturas, casi siempre me hallé ante una decepción. De todas las listas disponibles, me quedo con la de los encuentros fortuitos; las azarosas citas que nadie calculó, con los libros que tampoco nadie inventarió.
Texto por: Rodrigo Coronel
+Cultura 31 / diciembre / 2018