Lilia Carrillo: la vanguardia silenciada que regresa con fuerza a Bellas Artes
Durante años, el nombre de Lilia Carrillo apenas figuró en los manuales de historia del arte en México, pese a que su obra la colocó entre las voces más audaces de la segunda mitad del siglo XX. Medio siglo después, el Palacio de Bellas Artes repara esa ausencia con la exposición Lilia Carrillo. Todo es sugerente, que se inaugura el próximo 11 de septiembre.
Carrillo (1930-1974) fue una de las pioneras de la pintura no figurativa en México. Su trayectoria fue breve —interrumpida por su muerte prematura a los 43 años—, pero lo suficientemente intensa para situarla en la Generación de la Ruptura, aquel grupo de artistas que desafió la hegemonía del muralismo y se abrió al diálogo con las corrientes internacionales de vanguardia.
En sus cuadros se entrelazan rastros del cubismo, del surrealismo y del expresionismo abstracto. Su estilo, a contracorriente, fue también un grito de denuncia sobre el destino de las ciudades modernas y la amenaza ambiental. Más allá de la pintura, se aventuró en el dibujo, el collage, la escenografía y la coreografía, construyendo un lenguaje plástico de enorme vitalidad.
La muestra ocupará las salas Diego Rivera y Nacional del Palacio de Bellas Artes, donde se exhibirán piezas esenciales como Autorretrato escolar (1948), así como obras en las que la artista llevó la abstracción a un terreno profundamente personal. No se trataba solo de técnica, sino de una búsqueda de libertad en un mundo dominado por miradas masculinas.
“Su obra es un testimonio de resistencia estética y vital. Nos habla de una mujer que, pese a las adversidades, construyó un lenguaje propio y profundamente actual”, señaló el museo en un comunicado.
La exposición permanecerá abierta hasta el 8 de febrero de 2026. El museo recibe visitantes de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas. La entrada cuesta 95 pesos, con acceso gratuito los domingos.
Con Lilia Carrillo. Todo es sugerente, Bellas Artes recupera la voz de una artista que rompió moldes, adelantó preocupaciones contemporáneas y dejó claro que la pintura podía ser tanto un espacio de libertad como de resistencia.