Barcelona es personal

Barcelona es personal

Por Magali T. Ortega @nenamounstro

Sólo hay tres personajes literarios que me han hecho sentir a su lado: Bastian, de La historia interminable, Sherlock Holmes y Daniel Sempere, de la saga El Cementerio de los Libros Olvidados. Gracias a este último conocí Barcelona, pues me llevaba por las calles laberínticas, sucias, oscuras y terroríficas de las Ramblas, el Barrio Gótico, el Raval, la estación de Francia, Els Quatre Gats. buscando a ese traidor que quería destruir los libros de Julián Carax ―un autor enterrado en el Cementerio de los Libros Olvidados a quien alguien había querido dejar ahí―. Y luego el amor… ay, el amor de Bea, pero ¡el diablo y Penélope y su tumba y Fermín!

Como este número está dedicado a Barcelona, cada que leo el nombre de esa ciudad me doy un encontronazo con Daniel Sempere y, por supuesto, con Carlos Ruiz Zafón quien, aunque dejó este mundo siendo muy joven, vino a lo que vino: a dejar una de las mejores novelas contemporáneas ―la segunda más vendida después de Don Quijote.

Nada es casualidad en esa novela. Zafón armó todas las piezas para que así sucediera, ¡hasta hizo el soundtrack! ―que puedes encontrar en su página web o en YouTube―. Conocía de pe a pa Barcelona pues acompañaba a su papá, un gestor de seguros, a visitar a sus clientes. Vivió muy cerca de La Sagrada Familia, estudió en una escuela jesuita en un edificio rarísimo, gótico y muy viejo “lleno de pasadizos y túneles misteriosos, con un museo en el que había una cabra con dos cabezas y animales traídos de África”.

Carlos siempre escribió. De niño jugaba con su amiguito a tener una editorial: mientras él escribía cuentitos de terror y marcianos, su amigo sacaba las copias. A los 16 se aventó una novela larguísima, un tocho de más de 600 páginas llamado El laberinto de los arlequines y, sin temor a Dios ni andarse autosaboteando, lo mandó a tres editoriales. Ni modo, no se pudo, nadie se lo aceptó, pero eso nunca le bajó las ganas de seguir intentándolo.

El mundo adulto lo agobiaba ―como a todos―, pero como de algo tenía que vivir pensó que lo más divertido sería entrar a trabajar a una agencia de publicidad. Y ahí va de nuevo: mandó currículos a un montón de agencias hasta que le dieron el trabajo. ¿Recuerdas la frase “Llegar al número uno no es lo más importante, pero alguien tenía que hacerlo”? Pues sí, esa exitosa campaña de Volkswagen fue hecha por Ruiz Zafón. Pasó noches y días escribiendo campañas, guiones de comerciales y, en sus tiempos libres, escribió una novela juvenil llamada El príncipe de la niebla (1993). Gracias a su novia mandó el manuscrito para un concurso en la editorial Edebé. Total, qué podía ser peor que ganar… ¡y pos que gana! Al día de hoy lleva más de  300 mil ejemplares vendidos.

Harto del desgaste físico y emocional que supone trabajar para la publicidad mandó todo a la fuck you, se mudó a Los Ángeles y quiso ser guionista. Ruiz Zafón se hizo de un nombre que lo incluía en la lista de escritores jóvenes a ser tomados en cuenta. En una entrevista dijo que le daba penita decir qué cosas había hecho en Hollywood, pero pues mal no le fue, hasta fundó su propia compañía llamada Dragonworks. 

Pero el sueño de ser escritor, de no trabajar para nadie más que para sus personajes seguía ahí. Dándole duro a la tecla siguió escribiendo y así llegaron El palacio de la media noche (1994) y Luces de Septiembre (1995), dos novelas juveniles que le dieron mucho dinero pero nadie lo conocía. Luego llegó Marina (1999), su otra novela medio juvenil y medio de terror; al terminarla dejó todo para que naciera La sombra del viento (2001). 

“En el mundo existen cosas muy valiosas que están olvidadas en algún lado” y con esa idea y Barcelona como un personaje más de la novela llegó al mundo la saga El cementerio de los libros olvidados. A pesar de su amor al cine, negó los derechos para verla hecha una película, nadie podría retratar esa Barcelona como cada uno de nosotros la vivió… Esa Barcelona es bien personal. Pero si hoy vas a esa ciudad que conociste gracias a Daniel Sempere siempre habrá un guía dedicado a La Sombra del viento que te llevará a tocar, ver y oler esas calles, pasar por esos arcos y caminar por los empedrados. Barcelona es de todos los lectores gracias a Carlos Ruiz Zafón.+

Magali Ortega es publicista, escritora y fan de la cultura pop, como su pecho no es bodega, por eso la divulga.