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El Eco: un museo que late como monumento

El Eco: un museo que late como monumento

Avanza el proceso para declarar al Museo Experimental el Eco como Monumento Artístico Nacional

En un paso decisivo hacia el reconocimiento de su valor arquitectónico y cultural, el Museo Experimental el Eco se encamina a convertirse oficialmente en Monumento Artístico Nacional. El pasado 5 de agosto, el Diario Oficial de la Federación publicó el “Acuerdo de inicio de Procedimiento para Emitir el Decreto por el que se Declara Monumento Artístico el Bien Inmueble conocido como Museo Experimental el Eco”, marcando así el inicio formal de un proceso largamente trabajado entre la UNAM, el INBAL y la comunidad.

Este espacio, que hoy funciona como museo universitario, fue diseñado por Mathias Goeritz en 1953 a partir de una invitación del promotor cultural Daniel Mont, y desde entonces ha sido un punto de inflexión en la historia del arte y la arquitectura mexicana. Situado en la calle James Sullivan, en la colonia San Rafael, el Eco ha sido, desde sus inicios, un manifiesto en favor de la libertad creativa, la experimentación interdisciplinaria y la construcción de comunidad.

Un legado arquitectónico que resiste el tiempo

Con su icónico pasillo de acceso, su estela amarilla y sus formas escultóricas, el Eco fue una declaración estética y conceptual en una época en la que la arquitectura moderna aún buscaba sus rutas en México. En su primer ciclo de vida, albergó obras de Henry Moore, Carlos Mérida y el propio Goeritz, junto con presentaciones de danza y música, reafirmando su vocación híbrida.

El proyecto original incluso incluía un bar, no como elemento ornamental, sino como un espacio deliberado para la convivencia y el pensamiento en común. Así, el Eco fue más que un museo: fue un laboratorio vivo para las artes.

El olvido y la recuperación

Tras la muerte de Daniel Mont, el edificio atravesó un periodo de transformaciones radicales: fue cabaret, restaurante, teatro y sede de grupos universitarios como el CLETA. Durante años, su espíritu original quedó sepultado bajo capas de usos diversos.

Pero en 2004, la UNAM adquirió el inmueble y emprendió una labor titánica de restauración con el apoyo del INBAL, devolviéndole al edificio sus colores, materiales y formas originales, en un gesto tanto técnico como poético. El 7 de septiembre de 2005, el Eco fue reinaugurado como museo experimental, fiel al ideario de Goeritz: provocar, cuestionar, abrir nuevos caminos para el arte y el pensamiento.

Un museo vivo, con vocación crítica

Hoy, el Eco forma parte de la Dirección General de Artes Visuales de la UNAM y mantiene una programación que abarca arte contemporáneo, arquitectura, diseño y pensamiento interdisciplinario. Su vigencia se mide no solo por la calidad de sus exposiciones, sino también por su capacidad para seguir preguntando —desde su propia materialidad— qué puede y debe ser un museo.

El inicio del procedimiento para su declaratoria como Monumento Artístico no es solo un acto administrativo. Es, sobre todo, un reconocimiento a una visión que ha atravesado décadas, transformaciones y silencios, y que ha sabido volver con fuerza renovada.

El proceso ha contado con el respaldo de la comunidad que rodea al museo, y en los próximos meses se desarrollarán nuevas etapas dentro del INBAL y la Secretaría de Cultura. A 20 años de su reapertura, el Eco no solo resiste: sigue latiendo como un corazón que empuja los límites del arte y del espacio público.

Un museo para el presente. Un monumento para el futuro.