2016: una odisea en la taberna con Kubrick y Neri Vela

No sé, pero yo no le tengo nada de confianza.

Ni se preocupe, no hay nada que se pueda robar de su cuchitril éste.

Pero bien que usted se la vive en este cuchitril.

Es como mi segundo hogar. Pero le digo, sólo vino a instalar las cámaras de vigilancia.

Yo no hablo del fulano que está colgado como chimpancé del poste.

Me cae que si no se agarra bien se dará un buen trancazo.

Mejor así, para que no termine de instalar las cámaras.

Ni arnés de seguridad ni escaleras apropiadas. Yo no sé qué piensan los de ese negocio de clase mundial con tan pobre indumentaria. Bueno, pero a todo esto, ¿qué es lo que le preocupa entonces?

¡Pues la cámara! ¿Qué otra cosa? Y luego apuntando directamente hacia la puerta, ¿pues qué se creen éstos?

Relájese, Tony, es para su seguridad.

¡Ja! Y ¿a poco usted se lo cree?

Ahora que lo dice, la verdad es que no. Y me recuerda la vez en la que con Neri Vela, durante nuestra primera visita al espacio, tuvimos que lidiar con una máquina que nos vigilaba constantemente. Porque ha de saber que fue un problema durante todo el viaje; no sabíamos en qué momento cobraría conciencia y nos haría sus rehenes.

Pero ¿qué les picó para que estuvieran tan paranoicos?

Stanley Kubrick. Todo fue culpa de él.

¡Haberlo dicho antes!… Pues qué hizo el canijo.

Lo relevante de aquella historia es el angustiante momento que nos hizo pasar JAL 9000; la vigilancia constante era demasiado hostigosa. Evidentemente, Neri y yo no teníamos nada que ocultar, pero el hecho de vernos acosados hasta en nuestros momentos más privados hizo que optáramos por desconectar el sistema.

Y ¿lograron apagarla?

Claro que no. El resto de la tripulación nos lo impidió absurdamente, porque si lo hacíamos, dijeron, se desconfigurarían los navegadores que nos guiarían de regreso a la Tierra. Yo no hubiera tenido ningún problema en quedarme allá arriba, pero no lo entendieron ellos y me amarraron a mi asiento el resto del viaje. Neri fue más prudente y accedió a no desconectar a JAL. Durante toda la misión tuve el ojo omnipresente encima de mí. Por eso no figuro como parte de la tripulación de aquel viaje: fui excluido de la historia astronáutica mexicana por un impulso de locura, dirían ellos, aunque no fuera así. Por lo menos tuve una excelente vista durante el regreso.

Y ¿qué fue de su amigo Neri Vela?

Se hizo famoso. Escribió varios libros, impartió clases y ahora figura en varias investigaciones.

Qué pena me da su caso.

Para nada. Él se quedó con la fama, pero yo con la vida.

Palabras de consuelo. Ande, tómese esto para que no se agüite. Al fin y al cabo ya terminaron de instalar esa otra JAL 9000.

Y lamentablemente usted no tiene ni un lazo para amarrarme.

Y si lo tuviera tampoco lo haría… ¿para que se quede aquí y acabe con toda mi mercancía? ¡Ni loco!

Pues yo sí, aunque sólo un poco, nada más.

Por R. R. Fullton

Kubrick, Stanley. 2001: a space odyssey.

Kubrick, Stanley. La naranja mecánica.

Castle, Alison. The Stanley Kubrick Archives.

2016 una odisea en el espacio de gandhi.com.mx

MasCultura 14-jun-16