Los amigos de Carlos Ruiz Zafón lo traen de vuelta a la FIL Guadalajara

Los amigos de Carlos Ruiz Zafón lo traen de vuelta a la FIL Guadalajara

En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde Barcelona luce como ciudad invitada de honor, la sombra luminosa de Carlos Ruiz Zafón vuelve a caminar entre los pasillos. No regresa solo: editores, periodistas y especialistas que lo conocieron bien lo convocan desde la memoria para ofrecerlo de nuevo a un público que no ha dejado de leerlo, ni de extrañarlo, desde su muerte hace cinco años. Para muchos, ese vínculo jamás se interrumpió; para otros, su voz parecía dormida, esperando un gesto, un homenaje, una puerta que la devolviera.

Esa puerta existe este año en la FIL. En un rincón del recinto, Grupo Planeta ha levantado un espacio que parece respirar como un personaje más de su obra: El Cementerio de los Libros Olvidados. La instalación, concebida como una biblioteca laberíntica, evoca el corazón de la tetralogía inaugurada por La sombra del viento. Allí, el visitante se adentra en una penumbra íntima donde la memoria, el misterio y la devoción por los libros se mezclan con la misma naturalidad con que Zafón hacía convivir la luz de la modernidad y las sombras de la posguerra. Es un puente simbólico hacia esa Barcelona inventada por él, tan real para sus lectores como la propia ciudad.

El homenaje oficial, también organizado por Grupo Planeta, reunió en la sala 4 de la Expo Guadalajara a quienes custodian su legado desde diferentes frentes. Sergio Vila-Sanjuán, periodista y escritor, encabezó la conversación acompañado de Valentina Trava, autora y divulgadora literaria, y de Hilde Gersen, la editora que leyó por primera vez el manuscrito que detonaría un fenómeno mundial. Vila-Sanjuán recordó una frase que escribió hace más de veinte años, cuando reseñó La sombra del viento: La sombra del viento anuncia un fenómeno de la literatura popular española”. Para él, aquella certeza llegó como una revelación, una rara claridad que pocas veces concede la primera lectura de un libro.

Mientras el público escuchaba, Vila-Sanjuán volvió a nombrar la estructura “de muñecas rusas” que sostiene la novela, esa forma de contar donde cada historia contiene otra, y esa otra otra más, hasta desembocar en una verdad que solo puede hallarse recorriendo el laberinto completo. También reivindicó el poder del autor para construir una “Barcelona imposible”: un territorio que ya no pertenece únicamente al mapa urbano, sino al imaginario de millones de lectores. Una ciudad literaria paralela, dijo, que Zafón sumó a la tradición universal.

Hilde Gersen recordó cómo, desde sus primeras páginas, La sombra del viento cruzó fronteras sin esfuerzo. La crítica internacional cayó rendida: The Guardian la llamó “un clásico contemporáneo”, mientras The New York Times la emparentó con Borges y Dickens. Margaret Atwood, Stephen King y otros autores celebraron su aparición con entusiasmo genuino. Y los lectores, añadió Gersen, construyeron un vínculo tan íntimo con la historia que muchos decidieron postergar la lectura de El laberinto de los espíritus solo para aplazar la despedida final.

Barcelona, durante el homenaje, fue tratada como si fuese un personaje vivo: guardiana del Cementerio de los Libros Olvidados, escenario de secretos, eco de la imaginación del autor. En ella —no en la ciudad turística, sino en la urdida por Zafón— sobreviven los libros y las historias que nadie quiere que desaparezcan.

Pero la conversación también rescató al Zafón íntimo: culto, sensible, divertido, dueño de un humor inesperado y de una capacidad extraordinaria para fabular incluso durante los trayectos más triviales. Para quienes lo conocieron, esa mezcla de sencillez y lucidez sigue siendo la pieza central de su presencia.

Hoy, en la FIL Guadalajara, su ausencia se percibe, pero también su vigencia. En la Barcelona imposible que imaginó y en la biblioteca interminable que regaló a sus lectores, Zafón continúa encontrando caminos para volver. Entre los estantes simbólicos de su Cementerio de los Libros Olvidados, su voz sigue respondiendo a quien se atreve a llamar.