+Lecturas: Entrevista a Eduardo Rabasa por el libro El hotel de los corazones rotos

+Lecturas: Entrevista a Eduardo Rabasa por el libro El hotel de los corazones rotos

En El hotel de los corazones rotos, Eduardo Rabasa nos invita a recorrer los últimos años de los noventa en la Ciudad de México, con una mezcla de nostalgia, humor ácido y mirada incisiva sobre la juventud sin rumbo. La novela, publicada por Galaxia Gutenberg, sigue a Bruno Bolado, un joven de 21 años que parece no tener propósito: su vida se reduce a tardes frente al televisor, una devoción absoluta por Elvis Presley y la compañía de una pandilla que vive de la ingenuidad de los demás. Pero, como toda historia memorable, lo aparentemente trivial se transforma en un terreno fértil para el azar, la improvisación y el descubrimiento.

El relato se sitúa en 1999, al sur del Distrito Federal, mientras los estudiantes se preparan para enfrentar la amenaza del aumento de cuotas en la UNAM. Este contexto político y social no es solo un decorado: funciona como un contraste que resalta la precariedad, las dudas y los deseos de una generación atrapada entre lo ordinario y lo extraordinario. Bruno recibe dos regalos inesperados que cambiarán su rutina: el primero, convertirse en botarga bajo las órdenes de un diablo venido a menos, adicto al brandy con cola y a la piedra; el segundo, la arrolladora presencia de una estudiante de Filosofía y Letras que trastoca su mundo y lo obliga a confrontar sus propios miedos y anhelos.

Rabasa tiene el don de transformar la vida cotidiana en literatura de gran alcance. Cada instante de Bruno se despliega con musicalidad y una oralidad cargada de trampas y giros inesperados: hay saltos temporales, reflexiones íntimas y momentos de pausa que revelan el trasfondo humano de lo absurdo. La voz de Bruno, ingenua y encantadora, convierte lo anodino en un viaje profundo hacia la amistad, el error, el azar y la posibilidad de trascender la propia insignificancia.

Más allá de la trama, El hotel de los corazones rotos es una demostración de estilo y estructura. Rabasa construye una verdadera arquitectura narrativa: cada personaje, cada situación y cada frase habitan un espacio cuidadosamente diseñado, donde la rutina se transforma en asombro y lo banal en reflexión. La novela se convierte así en un espacio donde la juventud, la confusión y el humor conviven con la literatura más consciente y elaborada.

En suma, Eduardo Rabasa entrega una obra que no teme explorar los intersticios entre lo cómico y lo conmovedor, lo absurdo y lo humano. El hotel de los corazones rotos no es solo un homenaje a los años noventa ni a Elvis Presley; es una invitación a mirar lo cotidiano con ojos nuevos y a descubrir que, incluso en la rutina, siempre hay espacio para la sorpresa, la maravilla y la literatura.