El laberinto cotidiano de “Empleado Desconfianza”: una lectura desde la intimidad

El laberinto cotidiano de “Empleado Desconfianza”: una lectura desde la intimidad
Empleado Desconfianza, de José A. Casas-Alatriste, es una novela que se adentra en la mente de un protagonista atrapado entre la rutina, las obligaciones y sus propias dudas. A través de una narración en primera persona, el libro ofrece un retrato íntimo de Max Venegas, un empleado bancario que vive entre la presión laboral, las tensiones familiares y un persistente deseo de escribir su propia novela. Es en ese contraste —entre la vida que lleva y la vida que imagina— donde la historia encuentra su eje central.

Desde las primeras páginas, el lector se asoma a la cotidianidad de una oficina donde los teclazos, las pantallas y las conversaciones breves componen un escenario reconocible. Max observa a su colega Gabriel Cambiazzo, a quien percibe como una figura inquietante, pero la novela se limita a mostrarnos esa relación desde la mirada subjetiva del narrador, quien oscila entre la curiosidad y la sospecha. Con esa dinámica, el libro deja ver cómo las interpretaciones personales pueden transformar situaciones simples en escenarios más complejos.

La estructura del relato se alimenta del pensamiento del protagonista: fragmentos de su día a día, recuerdos de la infancia, preocupaciones sobre el futuro y escenas en las que la tensión emocional se vuelve palpable. A ratos, Max se concentra en su rutina laboral y en su deseo de construir un proyecto literario propio, que concibe como una forma de reivindicación personal. Esa aspiración se entrelaza con momentos de introspección en los que examina sus experiencias y los vínculos que lo rodean.

Uno de los elementos más constantes es la convivencia de Max con los otros personajes. Su jefe, sus compañeros de trabajo, su esposa y Rosalba —una figura importante en su vida emocional— van formando un círculo que aporta distintas facetas a su estado interior. La relación con Rosalba está descrita a través de encuentros, conversaciones, recuerdos y sensaciones que, aunque personales, se presentan de manera transparente, sin buscar dramatizar más allá de la experiencia narrada.

El libro también incorpora momentos donde el protagonista reflexiona sobre su historia familiar y sus vínculos afectivos. La figura de su madre aparece como un punto de referencia emocional que influye en muchas de sus decisiones y expectativas. En varias ocasiones, Max observa su propio comportamiento en contraste con el de su entorno, lo cual le permite cuestionar tanto sus certezas como sus dudas.

Hacia la mitad de la novela, la historia introduce episodios que muestran la vida diaria del personaje de forma más amplia: visitas a restaurantes, encuentros con amigos, conversaciones que oscilan entre la camaradería y la inquietud, e incluso episodios que mezclan sueño y realidad, como un pasaje onírico en el que intervienen figuras simbólicas. Estos momentos sirven para ilustrar el estado mental cambiante del protagonista, que transita entre la ansiedad, la expectativa y la búsqueda de claridad.

La obra también incorpora escenas que muestran el paso del tiempo y las responsabilidades que Max debe enfrentar. Uno de los ejes relevantes es el proceso de espera de un hijo, representado en una escena donde contempla por primera vez el ultrasonido de su hija Martina, un instante que lo conmueve profundamente y lo conecta con una dimensión más íntima de sí mismo. Esta faceta aporta equilibrio a la narración al mostrar al personaje en un plano más humano y reflexivo.

Más adelante, la novela abre espacio a situaciones que confrontan al protagonista con sus ideas sobre la identidad, el rumbo de su vida y los vínculos que ha construido. Algunas escenas profundizan en la tensión entre lo que Max imagina y lo que ocurre en realidad, así como en la forma en que interpreta las acciones de quienes lo rodean. La historia no toma postura; se limita a exponer su mirada interna, dejando que sea el lector quien interprete cada gesto y pensamiento.

El tramo final presenta momentos de mayor intensidad emocional, incluyendo una escena en un andén que destaca por su carga simbólica y por la manera en que Max se detiene a observar los actos de un desconocido. Este episodio funciona como cierre temático para las preguntas que lo acompañan durante toda la novela: el sentido de las decisiones, la fragilidad humana y esa constante sensación de estar al borde de algo que no termina de definirse.

En conjunto, Empleado Desconfianza es una novela que explora la vida interior de su protagonista con un estilo directo y una estructura que privilegia el flujo de pensamiento. No pretende resolver dilemas universales ni emitir juicios, sino mostrar una experiencia personal desde un punto de vista honesto y a veces caótico, pero siempre humano. Es un libro que se mueve entre la rutina, las dudas y los momentos de claridad, y que encuentra en la observación cotidiana un espacio fértil para la reflexión.