Día Nacional del Libro: celebrar la lectura en un país que resiste al olvido
Cada 12 de noviembre, México celebra el Día Nacional del Libro, una fecha que rinde homenaje al nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz —figura emblemática de las letras hispanoamericanas— y que busca recordar el poder transformador de la lectura en una nación donde los libros, a pesar de todo, siguen siendo refugio y resistencia.
Instituido en 1979 por decreto presidencial, el Día Nacional del Libro nació con la intención de fomentar la lectura y fortalecer la industria editorial mexicana. Sin embargo, más de cuatro décadas después, el panorama revela tanto avances como desafíos: bibliotecas públicas que luchan por renovarse, librerías independientes que sobreviven gracias a la fidelidad de sus comunidades, y una generación de nuevos lectores que encuentran en el formato digital una puerta distinta hacia el conocimiento.
En tiempos en que las pantallas dominan la atención y los algoritmos dictan los intereses, el libro se mantiene como un espacio de pausa, de pensamiento y de encuentro con el otro. No es casual que, en los últimos años, hayan proliferado los clubes de lectura virtuales, los festivales literarios y los proyectos de mediación que buscan acercar los libros a comunidades diversas: desde barrios populares hasta centros penitenciarios, pasando por escuelas rurales y espacios digitales donde la lectura se vuelve conversación.
Según datos del INEGI, el promedio de lectura en México sigue siendo bajo en comparación con otros países de América Latina, pero también se ha diversificado: ya no se trata solo de novelas o ensayos, sino de cómics, crónicas, fanzines, poesía digital y audiolibros. En ese mosaico de formatos y voces, la lectura se adapta, cambia de piel, se hace más horizontal.
Este 2025, el Día Nacional del Libro llega en un momento de reflexión cultural. Mientras la tecnología redefine las formas de leer y escribir, el libro impreso —ese objeto aparentemente anacrónico— sigue siendo un punto de anclaje frente a la fugacidad. “Leer es una forma de resistencia”, escribió alguna vez Elena Poniatowska, y esa frase resume la vigencia del gesto lector: abrir un libro sigue siendo un acto íntimo y político.
Celebrar el Día Nacional del Libro no debería ser un recordatorio efímero, sino un compromiso sostenido. Porque leer, en un país herido por la desmemoria, es también una manera de mantenerse vivo, de imaginar otros futuros y de reconocerse en las palabras de quienes, desde hace siglos, siguen escribiendo para que no olvidemos quiénes somos.
📚 Cinco lecturas mexicanas para celebrar el Día Nacional del Libro
- Inundación castálida, de Sor Juana Inés de la Cruz (1689)
El genio poético de Sor Juana sigue iluminando la literatura universal. Su obra es una defensa del conocimiento y del derecho de las mujeres a pensar y escribir.
2. Balún Canán, de Rosario Castellanos (1957)
Una novela que explora la identidad, la desigualdad y la infancia en el sur de México, con la mirada lúcida y crítica de una de las voces más poderosas del siglo XX.
2. Pedro Páramo, de Juan Rulfo (1955)
Breve y deslumbrante, esta novela revolucionó la narrativa latinoamericana. Una lectura que sigue resonando como un eco de la tierra y la memoria.
4. Las genealogías, de Margo Glantz (1981)
Una exploración autobiográfica sobre identidad, memoria y herencia cultural. Glantz escribe con humor, inteligencia y una libertad que sigue inspirando a generaciones.
5. El invencible verano de Liliana, de Cristina Rivera Garza (2021)
Un testimonio doloroso y profundamente humano sobre la violencia feminicida y el poder de la escritura como justicia y memoria.




