Día Internacional de la Alfabetización: un derecho aún pendiente
Cada 8 de septiembre el mundo conmemora el Día Internacional de la Alfabetización, una fecha instaurada por la UNESCO en 1967 con un propósito claro: recordar que la capacidad de leer y escribir no es un privilegio, sino un derecho humano fundamental. Sin embargo, casi seis décadas después, las cifras muestran que este derecho sigue siendo, para millones, una promesa incumplida.
De acuerdo con datos del organismo internacional, más de 770 millones de adultos en el mundo carecen hoy de competencias básicas de lectura y escritura; dos tercios son mujeres. A ello se suma que alrededor de 250 millones de niños y adolescentes en edad escolar no alcanzan niveles mínimos de comprensión lectora o aritmética. Las estadísticas evidencian una realidad dolorosa: la alfabetización no se ha universalizado, y las brechas de género, pobreza y desigualdad siguen marcando la diferencia.
El Día Internacional de la Alfabetización no es solo un recordatorio de cifras. Es, sobre todo, una invitación a pensar en la alfabetización como llave de acceso a otros derechos: al trabajo digno, a la participación política, a la salud, a la cultura. Leer y escribir no son habilidades neutras; permiten comprender el mundo, cuestionarlo y transformarlo. Por eso, la UNESCO insiste en vincular este día con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en especial el que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad.
En América Latina, los avances han sido significativos, pero todavía desiguales. Países como Cuba o Uruguay alcanzan casi el 100% de alfabetización, mientras que en zonas rurales de Guatemala, Honduras o Haití persisten niveles preocupantes de analfabetismo. La región enfrenta, además, el reto de la “alfabetización digital”: millones de personas que, aunque saben leer, carecen de acceso o formación para desenvolverse en entornos tecnológicos, una brecha que la pandemia hizo más visible.
El lema de la UNESCO para este año es “Promover la alfabetización para un mundo en transición”, un llamado a reconocer que leer y escribir hoy implica también comprender códigos digitales, informáticos y mediáticos. La alfabetización, entonces, ya no se reduce a descifrar palabras en papel: se trata de aprender a navegar un océano de información que puede ser herramienta de conocimiento, pero también de manipulación.
Conmemorar el 8 de septiembre es, en última instancia, preguntarnos por el tipo de sociedades que queremos construir. Sociedades donde la educación se convierta en motor de igualdad, o donde el analfabetismo siga condenando a millones a vivir en la sombra. Como advirtió la propia UNESCO en uno de sus informes: “La alfabetización es el camino hacia la libertad”. En tiempos de incertidumbre, esa libertad sigue siendo urgente.