Select Page

Apología de Ignorancia: cómo vivir mejor sin saberlo todo

Apología de Ignorancia: cómo vivir mejor sin saberlo todo

Querido lector:

Ya debes conocerme, pero permíteme presentarme: soy Ignorancia. La que ha sabido mantenerse elegante durante milenios, la que salva a muchos de la fatiga, la angustia y el inevitable peso del saber. 

Comencemos con lo obvio: el saber pesa. No desprecio el conocimiento; sólo me aseguro de que, tras cada verdad revelada, haya una esquina donde la luz no llegue. Yo soy ligereza. Te permito mirar al horizonte sin notar que detrás de ti hay un incendio. Te regalo dormir ocho horas, o más, sin que el cambio climático, la geopolítica o la economía te roben el sueño. 

Y no olvidemos el más universal de los beneficios: yo te protejo del tedio. Permíteme revelarte más sobre mí; estoy segura de que te cautivaré.

Mis momentos estelares en el siglo xxi

El siglo xx fue mi terreno de juego: me asenté en las altas esferas del poder, en las guerras y en las mesas familiares donde nadie quería hablar demasiado. Fui imprescindible para que las batallas comenzaran y para que muchas quedaran en sombras. 

En el siglo xxi, mi influencia no ha menguado. Déjame mostrarte dos de mis grandes actos: primero, durante la pandemia de covid-19, millones de personas se formaron como expertos en teorías conspirativas. ¿Para qué descifrar un virus si un rumor ya viene masticado? Yo estaba ahí, admirando a quien prefería negar la mascarilla, ignorar el distanciamiento y celebrar fiestas clandestinas. Además, en este siglo, con la sobresaturación de información yo soy reina consagrada. ¿Para qué leer un artículo si basta con un titular? ¿Para qué verificar, si puedes compartir? Me he infiltrado en timelines y grupos de chat con tal gracia que muchos creen que se informan… cuando en realidad se nutren de mí. ¡Amo las redes sociales!

Cómo me gusta que me uses

No se trata de apagar el pensamiento, sino de aprender el arte de mirar hacia otro lado. Saberlo todo es un vicio vulgar; elijo para ti qué dejar fuera del encuadre. Algunas veces, es cuestión de supervivencia; otras, simple cortesía; también existe el placer de la ignorancia selectiva. 

Es una cuestión de higiene mental. Así como no comes todo lo que encuentras, no debes saber todo lo que existe. 

Mis amigas inseparables

No puedo hablar de mí sin mencionar a mis colegas amadas: la discriminación, la xenofobia y la homofobia. Somos un club selecto y te aseguro que juntas hemos tenido un impacto memorable. 

La discriminación me brinda la oportunidad perfecta para que la gente se sienta segura en su pequeña burbuja, sin tener que enfrentarse a la complejidad del otro. 

La xenofobia, esa encantadora compañera, asegura que los extraños —los diferentes— permanezcan en la periferia de la conciencia colectiva. No hay que molestarse en conocer sus costumbres, sus luchas o sus miedos. 

Y qué decir de la homofobia, la guardiana de la normalidad. Ella procura que lo diferente en el amor, en el deseo, en la identidad, permanezca relegado al rincón de lo desconocido o de lo prohibido. Ignorar es su mantra; no ver, no preguntar, no entender. 

¿Te preguntas si somos crueles? Sí. Pero también somos eficaces. Sin nosotras, muchas sociedades habrían tenido que enfrentar sus contradicciones y transformar sus estructuras. Con nosotras, todo sigue más o menos igual, y la mayoría sigue contenta con su pedazo de mundo conocido.

Mis enemigos

Es una tristeza, pero debo admitir que tengo adversarios. El más insistente es la curiosidad, que va por la vida como un bodoque descalzo metiendo las manos en todo. Los curiosos me pierden para siempre. Y aunque a veces me buscan de nuevo —en bebidas, en distracciones, en negaciones—, ya no soy la misma. La primera ignorancia, la genuina, no se recupera. Soy como tu primer amor.

Especialmente para ti

Sé que por algo estás aquí. Sé que lees porque buscas, porque sospechas que hay algo más. No voy a impedirlo… del todo. Sólo te invito a que, de vez en cuando, me dejes tomar tu mano y guiarte por caminos donde la vista no se esfuerce y el corazón no se agite. 

Así que, querido lector, en este mundo saturado de datos, opiniones y certezas a medias, recuerda que Ignorancia no es tu enemiga sino tu aliada más fiel. Soy la pausa que salva tu cordura, la sombra que te protege del desgaste. No temas volver a mí cuando el mundo te abrume. Al fin y al cabo, no se trata de saberlo todo… sino de saber lo justo para seguir durmiendo bien.+