Entre lo que fue y no será: la mirada de Antonio López Palacios, autor de “Lo que no será”
Músico de formación, lector voraz y observador agudo del alma humana, Antonio López Palacios debuta como novelista con Lo que no será (Ediciones Gandhi, 2025). En esta conversación, nos guía por el origen de su obra, su proceso creativo y las preguntas que aún resuenan en su interior.
¿Cómo nació la chispa de Lo que no será?
La semilla fue un ejercicio de escritura. Quise crear un personaje con actitudes extremas, inspirado en alguien real, pero llevado al límite: ¿qué pasaría si se dejara consumir por sus impulsos? Ese personaje inicial fue Javier. Sin embargo, pronto me di cuenta de que necesitaba más voces para sostener la historia. Así surgieron el narrador y Olivia, y la dinámica entre los tres se convirtió en el corazón de la novela. Fue como si ellos mismos me guiaran, exigiendo que sus historias se cruzaran en un juego de espejos emocionales.
Olivia es un personaje que se queda con el lector. ¿Qué te inspiró a darle esa profundidad?
Olivia es la heroína de la novela, sin duda. Es compleja, humana, con una inteligencia que no necesita alardear. El narrador la recuerda desde una mezcla de admiración y culpa, como alguien a quien quiso “salvar”, aunque ella nunca lo pidió. Después de 13 años separados, su reencuentro revela la verdadera fortaleza de Olivia: no necesita ser redimida. Resolvió su vida a su manera, con una dignidad silenciosa. Quise que fuera un faro de resiliencia, alguien que reclama el derecho a cerrar su historia en sus propios términos.
El recuerdo y su distorsión son temas centrales en la novela. ¿Qué te fascina de esa idea?
Me obsesiona cómo los recuerdos se transforman con el tiempo. No recordamos hechos, sino versiones de ellos, y cada vez que los revisitamos, los alteramos un poco más. Es como un lienzo que retocamos sin darnos cuenta. En Lo que no será exploro esas capas sutiles: lo que creemos que fue, lo que deseamos que hubiera sido y lo que, en realidad, nunca será. Me interesa lo que ocurre en los márgenes de la memoria, esas motivaciones que nos mueven sin que las entendamos del todo.
Javier es un personaje que incomoda, pero también intriga. ¿Qué buscabas con él?
Javier es un enigma. Vive bajo un código propio, casi obsesivo, en el que todo debe “valer la pena”. Si paga por algo, lo exprime al máximo, ya sea una experiencia o una relación. Es egoísta, pero coherente, y esa coherencia lo hace magnético, aunque también exasperante. Mi objetivo no fue juzgarlo, sino presentarlo como un reflejo de ciertas actitudes humanas. Quería que el lector se debatiera entre rechazarlo y querer entender qué lo impulsa.
La música ha sido parte de tu vida. ¿Cómo influye en tu escritura?
La música y la literatura, para mí, son formas de transmitir emociones. Como músico, busco que una pieza fluya, que tenga ritmo. En la escritura, persigo lo mismo: cada frase debe tener una cadencia, una melodía oculta. A veces paso horas puliendo una línea sólo para que “suene” bien.
El título, Lo que no será, evoca una melancolía profunda. ¿Cómo lo elegiste?
El título nace de una certeza dolorosa: hay cosas que nunca sucederán. El narrador lo comprende al reencontrarse con Olivia y aceptar que sus sueños del pasado se han desvanecido. También hay un eco de un poema de Borges, “Límites”, que habla de las pérdidas silenciosas: objetos que no volveremos a ver, adioses que dimos sin saberlo. Ese poema me inspiró a pensar en lo que dejamos atrás sin notarlo, y el título se convirtió en una elegía a esas posibilidades perdidas.
¿Qué esperas que los lectores sientan al cerrar el libro?
Quiero que se lleven una emoción, que algo los sacuda. Que escuchen la voz de Olivia y sientan su fuerza, su humanidad. Si logro que una sola persona pause, reflexione y sienta algo verdadero, habré cumplido mi propósito. Lo que no será es una invitación a mirar lo que dejamos ir y a abrazar lo que aún podemos ser.
Lo que no será, de Antonio López Palacios, ya está disponible en Librerías Gandhi. Una novela breve pero poderosa que nos confronta con lo que idealizamos, lo que perdimos y, sobre todo, con lo que nunca será.+
