A 100 días de la FIL Guadalajara 2025: la ciudad se prepara para hablar en el idioma de los libros
Barcelona, la ciudad invitada
Este año, la invitada de honor será Barcelona, que llega bajo el lema “Vindran les flors” (“Vendrán las flores”), evocando a Mercè Rodoreda y a esa literatura capaz de brotar incluso en los terrenos más áridos. La capital catalana presentará a 69 autores que representan la vitalidad de sus letras contemporáneas: desde voces consagradas hasta narradoras y poetas que empujan los límites del canon. El pabellón que prepara se inspira en la Plaza del Rey, corazón de su historia, pero pensado como un espacio de encuentro, debate y celebración.
Una feria que es más que feria
La FIL es un mercado de derechos, sí, pero sobre todo es un festival de ideas. En sus pasillos conviven la industria editorial y la curiosidad de miles de lectores que cada año abarrotan los estantes. Ahí nacen acuerdos que marcan el rumbo del libro en español, se entregan premios como el FIL de Literatura en Lenguas Romances, se escuchan voces que desafían el presente y se respira esa mezcla única entre feria comercial y ágora cultural.
La magnitud de un encuentro
Desde hace casi cuatro décadas, la FIL se ha consolidado como el mayor encuentro del libro en español y el segundo más importante del mundo después de Frankfurt. Pero, más allá de las cifras —los miles de sellos editoriales, autores, visitantes—, lo que distingue a Guadalajara es la experiencia colectiva: la manera en que la ciudad entera late al ritmo de los libros, en plazas, calles, teatros y universidades.
Una mirada hacia el futuro
Bajo la dirección de Marisol Schulz, la FIL ha sabido renovarse sin perder su esencia: conquistar nuevos públicos, tender puentes con los lectores jóvenes y explorar los lenguajes digitales sin abandonar la raíz del libro impreso. La apuesta es clara: hacer de la literatura un territorio compartido, vivo, capaz de interpelar a distintas generaciones.
La cuenta atrás
A cien días de su inicio, la expectativa se siente como una vibración en el aire. Los preparativos avanzan, los programas comienzan a tomar forma, y en Barcelona —como en Guadalajara— ya se ensaya el diálogo que unirá a dos ciudades marcadas por su vocación literaria.
Pronto las avenidas se llenarán de autores, lectores, editores y soñadores. La FIL será, una vez más, un recordatorio de que los libros no son solo objetos: son puentes, brújulas y flores que crecen en comunidad.