Ana Luisa Tapia presenta Lotería literaria en la FIL Guadalajara: un juego para mirar la vida desde sus heridas y revelaciones

En medio del bullicio acostumbrado de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Ana Luisa Tapia presentó Lotería literaria, un proyecto que reimagina el tradicional juego mexicano para convertirlo en un mapa íntimo de la experiencia contemporánea. No es una lotería decorativa ni un guiño folklórico: es una reinterpretación narrativa que transforma cada carta en un espejo emocional y social.
El libro nace de un impulso muy concreto: capturar esas palabras y gestos cotidianos que, aunque parecen simples, cargan con una intensidad a veces insoportable. En la carta dedicada a El merolico, Tapia explora cómo frases como “andar lastimándose” adquieren un peso distinto según quién las pronuncie y desde qué dolor se enuncien. El lenguaje se vuelve testimonio, frontera y herida abierta. Esa mirada —a la vez compasiva, lúcida y punzante— estructura todo el proyecto.
En otra de las cartas, La Zafada, la autora se detiene en la manera en que los mercados callejeros nombran a quienes no encajan, a quienes desbordan el espacio que se les asigna. Allí emergen “las chicas raras” y los escenarios donde deseo y violencia se entrecruzan, envueltos en una “brutalidad verbal” que Tapia observa con precisión casi antropológica . La lotería, en sus manos, deja de ser un juego inocente: es un archivo móvil de identidades incómodas, de cuerpos que reclaman un lugar, de historias que se dicen a medias.
La autora reconoce que su aproximación al lenguaje nace también de su propia biografía. “La palabra adquirió un nuevo significado cuando trabajaba en dos lugares al mismo tiempo y no sabía si iba a comer o pagar la renta”, escribe en otra carta del libro . Esa tensión entre la precariedad y la dignidad atraviesa varias piezas: las palabras sirven para nombrar lo que duele, pero también para inventar pequeñas ceremonias de resistencia cotidiana. Como en la lotería tradicional, las imágenes parecen simples; como en la vida real, las historias detrás de ellas son todo menos obvias.
La presentación en la FIL Guadalajara estuvo marcada por esa mezcla de juego y revelación. Tapia habló de su interés por capturar la textura emocional del país sin recurrir a la solemnidad. En La lotería literaria, los personajes aparecen codificados en cartas que detonan memorias, risas amargas o un reconocimiento inmediato. No es un libro que se lea de corrido: se recorre, se abre al azar, se piensa como si fueran pequeñas adivinanzas que vuelven a contarnos algo sobre nosotros mismos.
En un contexto donde abundan los discursos sobre identidad, tradición o memoria, Tapia apuesta por una forma discreta pero incisiva. Sus cartas no buscan moralizar; buscan acompañar. Cada una funciona como una instantánea de la vida en tránsito: de la gente que trabaja, que desea, que sobrevive, que se nombra y renombra en el intento de ser escuchada.
Con Lotería literaria, Ana Luisa Tapia llega a la FIL Guadalajara con un proyecto que invita a mirar de otra manera: cada carta es una escena que desarma certezas y obliga a detenerse. Más que un libro-objeto, es una conversación abierta con la vida cotidiana, esa que a veces pasa tan rápido que olvidamos su filo. Tapia propone detener el ritmo, observar lo que suele invisibilizarse y ofrecerle un nombre nuevo. Al recorrer sus páginas, uno siente que no está ante un juego, sino ante un retrato colectivo que nos devuelve una verdad incómoda y luminosa a la vez.

