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Ding Pao-Yen: cuando el videojuego sueña con la realidad

Ding Pao-Yen: cuando el videojuego sueña con la realidad

Por Victor Ruiz 

El artista taiwanés Ding Pao-Yen pertenece a una generación que creció entre consolas, lápices y mundos imaginarios. Formado como ilustrador, dio el salto a la narrativa gráfica con Consola, 2073 (Trillas, 2024), una novela visual que indaga en la delgada línea entre lo real y lo virtual. La obra, galardonada con el Golden Comic Award 2023 en Taiwán, plantea un futuro donde la conciencia humana y la inteligencia artificial se entrelazan hasta volverse casi indistinguibles.

En la novela, el dispositivo DR permite cruzar la frontera entre el juego y el mundo real. Como autor, ¿crees que nuestra realidad ya tiene esos límites difuminados? ¿Dónde ves tú esa frontera en la vida cotidiana?

Cuando empecé a crear la historia, la frontera entre el juego y la realidad aún era clara; uno podía distinguir lo que pertenecía al mundo digital y lo que no. Pero en los últimos años, con el desarrollo acelerado de la inteligencia artificial —sobre todo en generación de imágenes y video—, los límites se han vuelto más frágiles. Ya es posible producir imágenes que parecen filmaciones reales, y el ritmo de avance es vertiginoso.

Hoy me pregunto si esta tecnología sigue evolucionando, ¿llegará un punto en que la frontera entre realidad y realidad virtual se vuelva indistinguible? Creo que sí, y quizá pronto esa ambigüedad forme parte de nuestra percepción cotidiana.

¿Cómo concebiste el momento en que un personaje programado adquiere autonomía? ¿Qué buscabas expresar en esa escena?

Cuando un personaje virtual obtiene autonomía, lo imagino como mi propio primer recuerdo consciente: el momento en que percibes el entorno y entiendes tu relación con él. Por eso, cuando la protagonista virtual de Consola, 2073 se vuelve consciente, primero reconoce el espacio que la rodea, luego su vínculo con ese entorno y, finalmente, sus deseos.

La autonomía no es sólo entender dónde estás, sino también qué quieres. Cuando descubres tus deseos, comienza tu conciencia. Eso quería transmitir: que incluso un ser digital puede empezar a existir en el instante en que se pregunta qué desea.

En Consola, 2073, el protagonista quiere crear su propio videojuego. ¿Existe un paralelismo entre ese personaje “creador” y tú como autor?

Totalmente. Yo disfruto la sensación de crear; por eso quise que el protagonista también fuera alguien creativo. Al inicio, él sólo depura códigos, algo rutinario, pero en el fondo ansía construir algo nuevo. Ésa es una proyección de mí mismo.

Durante años hice trabajos ilustrativos para sobrevivir, hasta que entendí que lo que realmente quería era crear historias propias. Esa decisión me dio una sensación de libertad, la misma que vive mi protagonista cuando descubre su deseo de crear y de construir un mundo a través de los juegos.

¿Cuál fue el mayor desafío al conectar un mundo de tecnología inexistente con el presente?

Cuando imagino ciencia ficción, suelo pensar en una tecnología llevada al extremo, casi inalcanzable. El reto está en imaginar cómo reaccionaría la sociedad a ese avance.

En Consola, 2073, por ejemplo, las gafas de realidad aumentada reemplazan a los teléfonos. Si toda la información aparece frente a tus ojos, el entorno se vuelve una interfaz: los anuncios, los objetos, incluso los edificios se llenan de capas digitales. Lo difícil es decidir qué mostrar y qué no.

Pero no me obsesiono con esos detalles; la prioridad siempre es la historia. La tecnología debe servir al relato, no dominarlo.

¿Hubo alguna experiencia personal que te llevó a concebir esta historia? ¿Cómo la transformaste en ciencia ficción?

Sí, todo surgió de algo muy personal. De niño me fascinaban los videojuegos, pero mis padres casi no me dejaban jugar. Iba a casa de mis amigos para usar sus consolas.

Durante la pandemia redescubrí los juegos y volví a comprar consolas. Un día, mientras jugaba, me encontré preocupado por un personaje secundario, un NPC. Aunque su misión ya había terminado, seguía regresando a verla. Era absurdo, pero me di cuenta de que me importaba. Me sorprendió sentir una emoción real hacia un ser inexistente.

De ahí nació Consola 2073: me pregunté qué pasaría si los juegos fueran tan reales que los sentimientos hacia esos personajes también lo fueran. ¿Dónde empieza lo virtual y termina lo humano? Esa pregunta fue el origen de todo.+

Tres cosas que no sabías de Ding Pao-Yen

  1. Del dibujo al cómic: antes de dedicarse al manga, Ding fue ilustrador tradicional; comenzó a narrar historias gráficas con la meta de ver su trabajo publicado en formato libro.
  2. Explorador de mundos oníricos: su obra combina ciencia ficción con atmósferas de sueño y reflexión filosófica sobre la conciencia.
  3. Reconocimiento internacional: entre 2018 y 2019 realizó una residencia en Angulema, Francia. Sus obras se han traducido al francés, italiano y español.