Reescribiendo destinos: Verónica Biagi y la adolescencia de Ana Romero Marqués
Verónica Biagi es una escritora mexicana que publica con editorial Urano, sello Titania. Su primera novela, Marqués. Reescribiendo mi destino (2025), explora la identidad, la familia y el proceso de reinventarse tras una pérdida a través de la voz de Ana Romero Marqués. La autora ofrece una mirada íntima a la adolescencia, los secretos familiares y el poder de elegir el propio camino, con un estilo fresco que combina drama, humor y reflexiones sobre la vida cotidiana.
El libro inicia con una escena poderosa: Ana se está cortando el cabello frente al espejo. Más allá de lo estético, este gesto simboliza la ruptura de una vida y el nacimiento de otra. Verónica explica que cortarse el cabello es como decir “ya no tengo esta piel”. Ana experimenta algo muy fuerte en las primeras páginas, un evento traumático que transforma su identidad física y emocional. Cortarse el cabello se convierte en un acto de rebeldía y de reinvención, un símbolo de que está lista para convertirse en la persona que quiere ser.
Ana, huérfana, es enviada a vivir con un abuelo prácticamente desconocido. Este nuevo entorno le permite explorar quién puede ser en un contexto completamente diferente. Para Verónica, representa otra oportunidad de construir vínculos, conocer nuevos amigos y acercarse a sus raíces a través de un adulto con quien inicialmente no tiene conexión emocional. “No importa cuánto quiera huir de su pasado; al final, su abuelo será quien la haga descubrir quién era desde el principio”, comenta.
El abuelo de Ana es un personaje ambiguo y entrañable. Biagi lo construyó inspirándose en figuras familiares comunes en América Latina: alguien gruñón pero con un corazón de oro. “No tiene muchas palabras, pero su corazón es más grande que cualquier otra cosa”, explica la autora. Para ella, la relación entre nieta y abuelo funciona como un espejo: ambos tienen asuntos pendientes que deben resolver y terminan aprendiendo el uno del otro. “No se puede ignorar el pasado; hay que volver a él, recordar y sacar lo mejor para construir el futuro”, dice.
El escenario de la novela, el pueblo ficticio de Montalvo, es mucho más que un telón de fondo. Verónica quería mostrar la vida fuera de la gran ciudad, con sus tradiciones, desigualdades y tensiones sociales. “Me inspiré en distintos lugares donde viví de niña. Es una combinación de experiencias y de imaginación. Quería dar visibilidad a la forma de pensar, de comportarse, incluso a la comida, que marca la dinámica del lugar”, comenta.
Otro elemento clave de la novela es la teoría del crayón rojo, una metáfora sobre la perseverancia y la paciencia necesarias para alcanzar los sueños. Según Verónica, cualquier objetivo requiere tiempo, dedicación y aprendizaje: “Hay que aferrarse y trabajar hasta lograr lo que se quiere. Es parte de la filosofía de Ana, que cree que para convertirse en quien desea ser debe ser paciente y encontrar su camino”. La autora reconoce que esta idea también refleja su propia experiencia como escritora, después de años de esfuerzo y aprendizaje hasta ver su libro materializado en las librerías.
La novela aborda la adolescencia como un territorio de inseguridades y comparaciones. Ana observa a sus compañeros y los percibe como perfectos, pero pronto descubre que todos arrastran sus propias máscaras y dudas. “Nadie es perfecto. No tenemos que ser alguien más; ya somos suficientes con lo que somos. Aunque todo parezca perfecto al otro lado, todos luchamos con inseguridades que no siempre [mostramos]”, señala Verónica.
El amor en Marqués… aparece de forma realista: torpe, frágil y complejo. “El amor no es perfecto ni idealizado. Es amistad, confianza, compañerismo, momentos hermosos. Aprendemos de los errores y descubrimos lo que funciona para nosotros”, explica.
El arte también es un refugio central para Ana. Sus dibujos le permiten procesar emociones y conocerse mejor. “El arte ayuda a sacar lo que sientes sin darte cuenta. Ana descubre verdades de sí misma a través de sus pinturas y dibujos, que son su forma de expresarse y de lidiar con lo que vive”, comenta la autora.
Sobre la voz narrativa, irónica y vulnerable, Verónica destaca que refleja la dualidad de Ana: “Toda su vida quiso ser adulta para agradar a sus padres, pero ahora tiene que aprender a ser joven, a cometer errores y redescubrirse. Esa combinación permite que lectores adolescentes y adultos se identifiquen con ella”.
Al final, Verónica desea que los lectores se lleven dos mensajes fundamentales: que son suficientes tal como son y que nunca deben olvidar de dónde vienen mientras forjan su propio destino. Además, invita a descubrir su novela: “Marqués… es hermosa, divertida e irónica. Es para jóvenes, pero para todos. No se arrepentirán”, concluye.+
