+Lecturas: Entrevista a Carlos Villasana por el libro “La ciudad que ya no existe 2”
La Ciudad de México nunca ha dejado de transformarse. Sus calles, edificios y plazas son testigos mudos de un tiempo que se esfuma con la misma rapidez con la que se construye lo nuevo. Frente a esa vorágine, el investigador y cronista gráfico Carlos Villasana ha hecho de la fotografía su herramienta para preservar lo que parecía condenado al olvido. Tras el éxito de su primer volumen, presenta ahora La ciudad que ya no existe 2 (Planeta), un recorrido visual por ochenta imágenes que retratan a la capital entre las primeras décadas del siglo XX y los años ochenta.
“Lo que me interesa es rescatar no solo los espacios, sino la vida que en ellos transcurría”, explica Villasana. Para él, cada fotografía funciona como una cápsula de memoria: desde la majestuosa Biblioteca Central de la UNAM en sus primeros años, hasta la efervescencia que marcaron los preparativos de los Juegos Olímpicos de 1968, pasando por rincones hoy desaparecidos como el Café Colón o el legendario Hotel Regis, arrasado tras el sismo de 1985.
En este volumen, además, algunas imágenes vienen acompañadas por los comentarios de la historiadora Isabel Revuelta Poo, quien aporta contexto y da nuevas lecturas a escenas que, a simple vista, podrían pasar por meras postales. Pero en el archivo de Villasana no hay nostalgia fácil: lo que se busca es comprender cómo la ciudad se ha reinventado a partir de lo que pierde.
La obra propone un viaje donde la memoria colectiva se encuentra con la intimidad de cada lector. Un ejemplo es la serie dedicada a un espectáculo de charrería en Polanco, hoy un recuerdo improbable en una de las zonas más exclusivas de la capital. “Cuando vemos esas imágenes entendemos que la ciudad ha tenido múltiples rostros y que todos ellos forman parte de lo que somos”, subraya el autor.
Más que un registro de lo perdido, La ciudad que ya no existe 2 funciona como homenaje a quienes han habitado y dado vida a esos espacios. En las calles retratadas, en las plazas bulliciosas o en los comercios ya extintos, late una energía que todavía resuena en quienes caminan hoy por la capital. “Lo importante —dice Villasana— es darnos cuenta de que la historia de la ciudad no está solo en los grandes monumentos, sino en la vida cotidiana de sus habitantes”.
Este libro, en suma, no se limita a mirar hacia atrás. Sus páginas invitan a pensar en el porvenir de una metrópoli que, a pesar de sus transformaciones y pérdidas, sigue siendo escenario de encuentros, luchas y sueños. Como sugiere Villasana, la ciudad quizá ya no sea la misma, pero persiste en la memoria, lista para ser redescubierta en cada fotografía.
