Johann Hari y la promesa —y el riesgo— de “adelgazar a cualquier precio”
Johann Hari lo cuenta con crudeza y humor: hubo un momento en que se convirtió en “cliente del mes” de un KFC cercano a su casa. Esa anécdota, que parece menor, fue el punto de partida de una investigación que lo llevó desde los pasillos de supermercados en Estados Unidos hasta laboratorios en Copenhague. El resultado es “Adelgazar a cualquier precio” (Planeta, 2025), un libro que examina la fiebre mundial por el Ozempic y otros medicamentos diseñados para combatir la obesidad.
Hari, periodista y divulgador traducido a 38 idiomas, combina en sus páginas la confesión íntima —atracones nocturnos, duelos personales, miedo al deterioro físico— con una investigación rigurosa sobre el origen del GLP-1, la hormona que dio pie a este boom farmacológico. Su relato se mueve entre testimonios de expertos, estudios clínicos y la pregunta siempre latente por el costo humano y social de medicarse para acallar el hambre.
La paradoja es clara: los nuevos fármacos prometen salvar vidas en contextos de obesidad severa —un mal asociado a más de 200 enfermedades crónicas—, pero también exhiben un fracaso colectivo. “Creamos un sistema alimentario que nos envenena, y entonces, para contrarrestar esa avalancha de alimentos perjudiciales, decidimos inyectarnos otra clase de veneno potencial”, escribe Hari.
Con su estilo directo y sarcástico, el autor no se queda en las cifras —más de 112 mil muertes al año en Estados Unidos vinculadas a la obesidad—, sino que se adentra en la experiencia sensorial: el desconcierto de no sentir apetito, la extrañeza de perder de golpe el deseo por la comida. ¿Qué significa habitar un cuerpo que ya no “pide” comer? ¿Qué parte de la identidad se apaga cuando se silencia el hambre?
La obra no rehúye las preguntas políticas. Hari recuerda que, en los años sesenta, sus padres no conocían a una sola persona obesa. Hoy, el entorno es radicalmente distinto: ultraprocesados omnipresentes, ciudades que desalientan el movimiento, jornadas laborales extenuantes y un mercado alimentario que diseña comida tan adictiva como rentable. En ese paisaje, los medicamentos aparecen como salvación, pero también como síntoma.
Lejos de caer en el sensacionalismo, “Adelgazar a cualquier precio” plantea un dilema incómodo: ¿estamos ante una herramienta revolucionaria comparable a la píldora anticonceptiva o al Prozac, o simplemente frente a un espejismo con jeringa? La respuesta, sugiere Hari, no es simple. El fármaco puede devolver movilidad, autoestima y salud a millones, pero también corre el riesgo de despolitizar la discusión sobre un sistema que produce cuerpos enfermos.
Más que un alegato contra la ciencia, el libro es una invitación a repensar la relación con el cuerpo y con la sociedad que lo modela. Porque adelgazar, advierte Hari, nunca ha sido un asunto meramente biológico: es también un campo de batalla cultural, económico y moral.
