+Lecturas: Entrevista con María Fernanda Ampuero por su libro “Visceral
Un cadáver infectado con el virus del covid yace tendido en un sofá doméstico, cubierto por una sombrilla. A su lado, un cartel desesperado: «Hemos llamado al 911 y no hay ayuda». Es la mañana en Guayaquil, año 2020. Plena pandemia. La escena, brutal y devastadora, no solo es memoria reciente: es también el punto de partida de una escritura que se sumerge en lo más hondo de la experiencia humana.
Tras el reconocimiento internacional de Pelea de gallos y Sacrificios humanos, María Fernanda Ampuero (Guayaquil, 1976) regresa con Visceral (Editorial Páginas de Espuma, 2024), un libro que se mueve entre la autobiografía, la memoria y la autoficción. Ampuero lo define como un manifiesto atravesado por lo contemporáneo: un recorrido feroz por sus obsesiones y sus miedos, pero también por su cuerpo, sus heridas y su mirada crítica sobre el mundo.
El volumen está compuesto por más de veinte textos que llevan títulos tan punzantes como Asfixia, Mutilados, Guayaquil, Muertas, Útero o Loca. Todos ellos dialogan con una tradición literaria marcada por escritoras que han hecho del cuerpo y la violencia un territorio de denuncia: de Alejandra Pizarnik a Margaret Atwood, de Joyce Carol Oates a Lina Meruane.
En estas páginas, Ampuero aborda sin concesiones la violencia contra las mujeres, el cuerpo ultrajado y rechazado, el deseo y la sexualidad, la salud mental, la obesidad, la maternidad, el postcolonialismo, la ecopolítica y el feminismo. Visceral es también un homenaje a la lectura y a la escritura como trincheras contra la injusticia.
«Estoy segura de que tengo demasiada rabia dentro para estar viva y que, a la vez, esa rabia me mantiene viva», escribe Ampuero en uno de los pasajes más contundentes del libro. Esa rabia es la que empuja estas páginas: un grito contra la opresión, un alegato contra las fuerzas que han querido silenciar a las mujeres durante siglos.
Publicada en la colección Voces/ensayo de Páginas de Espuma, Visceral es un libro monstruosamente honesto, descarnado, con un grado de exhortación furiosa que sacude al lector. Como advierte la propia autora, recurrir a la literatura no es un gesto de evasión, sino de resistencia: «Cuando la injusticia me retuerce las vísceras, recurro a la literatura».
En tiempos de retrocesos de derechos y de discursos que buscan reinstaurar la sumisión femenina, Ampuero alza la voz con un texto que es al mismo tiempo memoria personal y diagnóstico político. Visceral no se lee: se encarna.
