Saint-Exupéry, 81 años después: el legado del aviador que enseñó a mirar con el corazón

Saint-Exupéry, 81 años después: el legado del aviador que enseñó a mirar con el corazón

El 31 de julio de 1944, el escritor y piloto Antoine de Saint-Exupéry desapareció mientras sobrevolaba el mar Mediterráneo en una misión de reconocimiento. Tenía 44 años. Su cuerpo nunca fue encontrado. En su lugar, quedó una obra breve pero luminosa que sigue resonando en generaciones enteras, a través de títulos como Vuelo nocturno, Tierra de hombres, Carta a un rehén y, por supuesto, El Principito.

Nacido el 29 de junio de 1900 en Lyon, Francia, Saint-Exupéry fue mucho más que el autor de un libro infantil convertido en clásico universal. Fue aviador, cronista, observador incansable del alma humana. Trabajó como piloto de correo aéreo en África y Sudamérica, experiencias que inspiraron buena parte de su narrativa, marcada por una profunda reflexión ética, un lirismo contenido y una mirada compasiva hacia el ser humano.

En Vuelo nocturno (1931), exploró el riesgo, la soledad y el sentido del deber a través de la figura del piloto que debe cruzar la noche para cumplir su misión. En Tierra de hombres (1939), escribió quizá sus páginas más filosóficas y humanas, convirtiendo la aviación en una metáfora de la fraternidad universal. Y en Carta a un rehén (1943), publicada en plena Segunda Guerra Mundial, defendió la amistad como resistencia frente al horror.

Sin embargo, fue El Principito (1943) la obra que le aseguró la inmortalidad literaria. Traducido a más de 500 idiomas y dialectos, este breve relato —escrito durante su exilio en Estados Unidos— se presenta como un cuento para niños, pero es en realidad una parábola sobre la pérdida, el amor y la responsabilidad emocional. “Lo esencial es invisible a los ojos”, escribe Saint-Exupéry en una de sus frases más citadas. En tiempos de guerras, desconexión emocional y urgencia permanente, su mensaje parece más vigente que nunca.

La figura del escritor ha sido objeto de múltiples biografías, ensayos y homenajes. En 1998, un pescador encontró una pulsera suya cerca de Marsella. Años más tarde, se recuperaron restos de su avión, confirmando el lugar de su caída. Pero su desaparición sigue envuelta en un aura de misterio, casi como si hubiera querido fundirse con el cielo que tanto amó.

A 81 años de su muerte, Saint-Exupéry sigue siendo leído no solo como un autor clásico, sino como un pensador necesario. En sus libros no buscó respuestas, sino preguntas que nos obligaran a mirar más allá de la superficie. Su literatura no se aferra al pasado; al contrario, parece escrita para este tiempo.

Recordarlo hoy es, en cierto modo, un ejercicio de resistencia frente a la prisa, la banalidad y el olvido. Leerlo es volver a preguntarse por lo esencial. Es, como él mismo escribió, aprender a ver “con el corazón”.