El pasado miércoles 23 de julio, entre anaqueles de historia y estantes que huelen a papel nuevo, Eduardo Sacheri Presentó su más reciente novela, Demasiado lejos (Alfaguara), en la Librería Gandhi Mauricio Achar. A su lado, el escritor y narrador Jorge F. Hernández acompañó la conversación con esa cadencia suya que a veces parece tango, a veces sobremesa. Y aunque la noche fue de palabras y lectores, el verdadero centro de gravedad fue el libro: un relato que habla de distancia, pero también de todo lo que nos une, incluso cuando ya no queremos mirarlo.

En Demasiado lejos, Sacheri vuelve a esos temas que le son entrañables: el tiempo como un territorio movedizo, las relaciones marcadas por silencios, la memoria que insiste, incluso cuando uno quisiera dejarla atrás. La novela —contenida y poderosa— narra el reencuentro entre un padre y un hijo tras años de lejanía emocional, geográfica y vital. No se trata de reconciliaciones milagrosas ni de catarsis ruidosas. Al contrario: aquí el dolor es silencioso, y la ternura, escasa pero significativa.

Con su estilo limpio, casi pudoroso, Sacheri explora lo que sucede cuando dos personas que comparten sangre no logran encontrarse en las palabras, y sin embargo, se necesitan. Hay fútbol, sí —porque en Sacheri el balón siempre rebota entre líneas— pero también hay preguntas sobre el fracaso, sobre la idea del hogar, sobre lo que se rompe cuando no se nombra.

Lejos del melodrama, Demasiado lejos apuesta por la contención. El autor argentino escribe con el oído pegado a la realidad: sus personajes hablan como quienes caminan la calle con las manos en los bolsillos, con frases que parecen olvidarse de sí mismas, pero que esconden toda una vida detrás. En esta novela, cada gesto es una pista, cada silencio, un abismo.

Aunque el título sugiere distancia, lo que realmente propone Sacheri es una exploración sobre la cercanía interrumpida. ¿Qué tanto nos parecemos a quienes intentamos olvidar? ¿Qué tan lejos podemos estar de lo que alguna vez nos definió? Esas son las preguntas que laten bajo la trama, como una herida que no termina de cerrar.

La presentación fue un eco de esas preguntas. Sin necesidad de grandes gestos ni anécdotas prefabricadas, los asistentes se sumergieron en la promesa que siempre ha hecho la literatura de Sacheri: la de hablar de lo cotidiano como si fuera extraordinario. Porque lo es.

Demasiado lejos es, quizá, su novela más contenida y más honesta. Una historia que no quiere redimir, sino comprender. Que no grita, pero deja huella.

Y si no pudiste acudir a la presentación, no te preocupes:

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