Eduardo Galeano: un mar de fueguitos por siempre
Por Lluvia Soto
Su obra es reserva ideológica de América Latina. En ella palpitan los hechos históricos, pero también los anhelos vitales de los pueblos de nuestra región. Su uso del lenguaje es prueba de que hablar de lo serio no tiene por qué ser aburrido y su voz fue la de muchos: un mar de fueguitos. Eduardo Galeano es inabarcable en unas pocas líneas y es imposible resumir en palabras algo que evoque toda la magia que creó. Pero siempre es importante conjurarlo, especialmente en tiempos en que la ignorancia avanza en el camino de los hombres.
“Ojalá que todos los que manejamos el lenguaje escrito tengamos eso como lema” decía y se refería a esto: “las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio”.
Un ser sentipensante, como él se definía, un día se encontró frente al desafío del arte de narrar. Ya sabía, experimentaba y dibujaba las desigualdades del suelo latinoamericano, pero con las palabras logró concentrar todo esto en la escritura. Con su obra emblemática, Las venas abiertas de América Latina (1971), construyó una historia económica de gran profundidad teórica en la que articuló un relato vital para la comprensión del pasado, sin la cual no podemos ni cambiar la realidad ni vencer la desinformación y la ignorancia.
También puso el pensamiento crítico y emancipador en la mesa, como si se tratara de un relato de amor o de piratas, porque la genialidad viene con la capacidad de mirar y de sentir las cosas minúsculas y contar desde las partículas de lo cotidiano la historia grande.
“A esa edad todos somos poetas”, señalaba y enfatizaba que éramos nosotros los que nos encargamos de convertir a los niños a esa adultez que borra las mejores cualidades innatas y propias de esa edad. No soy la única que piensa que todos debemos tener un Galeano en nuestra biblioteca y cerca de nuestro corazón. Esto podría ser tan necesario como tener a la mano la utopía, especialmente para nuestras infancias ¿Para qué? Para caminar y avanzar, para ser capaces siempre de conjurar otro mundo posible.
Siglo XXI Editores, la casa editorial que preserva la obra de Galeano en México, ha editado este año tres publicaciones ilustradas para los más pequeños:
Eduardo Galeano
Ilustrado por Eva Mastrogiulio
A Eduardo Galeano, su gran amor, Helena, lo llamaba dudú; sus amigos guaraníes le decían Karaí. En Chiapas lo llamaban “el recogedor de las palabras de abajo”; los saharauis del Norte de África, “hermano perseguidor de nubes”.
Después de las curiosidades, las historias se despliegan: la celebración de la amistad, de la fantasía, una fiesta de las palabras y jugueteo de ellas en melodía. Este compilado de relatos pequeñitos es una hermosa invitación para crear, como Galeano lo hacía, con el lenguaje.
Eduardo Galeano
Ilustrado por Poly Bernatene
Este gran ser, periodista, escritor, dibujante, sentipensante, que creó a veces desde la persecución, el encarcelamiento o el exilio, recogió muchas historias en las que los seres humanos nos contamos el mundo. A pesar de tener una importante interlocución con figuras del tamaño del Che Guevara o Salvador Allende, en su obra cupieron muchas voces, como las de “los nadies”, a quienes reconoció como los verdaderos protagonistas de la realidad. En sus textos hay tantas personas, edades, culturas y latitudes reflejadas que nos permiten afirmar que Galeano fue un vasto mar de fueguitos.
Los animales del día y de la noche
Eduardo Galeano
Ilustrado por Virginia Piñón
“Aunque estamos mal hechos, no estamos terminados; y es la aventura de cambiar y de cambiarnos la que hace que valga la pena este parpadeo en la historia del universo, este fugaz calorcito entre dos hielos, que nosotros somos”.
En Animales de día y de noche, la idea de que “la belleza del universo necesitó que alguien la viera” es el hilo conductor en las historias de los seres de la naturaleza que nos permiten observarnos, cuestionarnos, reconsiderar, recalibrarnos.
Instrucciones para navegar por el mar de fueguitos y resistir a la ignorancia
Querido lector, asegúrese de tener estos relatos cerca, de recordar cada tanto la importancia de escuchar con atención, no sólo a otras personas, sino también a los otros seres de este planeta. Asegúrese de mirar siempre con curiosidad y recordar las historias, las grandes y las pequeñas. Asegúrese de tener un Galeano cerca y procurar ser uno para las infancias más cercanas. Manténgase pendiente porque en los próximos meses un libro más se añadirá a esta colección. +


