De viaje con el papa a Mongolia
En España el verano es muy caluroso, pero en la Ciudad de México es lluvioso y este julio lo ha sido en extremo, quizá por eso me extraña toparme con Javier Cercas vestido con una camisa color claro, un saco ligero y mocasines, pero para él “está fresquito”, dice aliviado de huir por unos días del calor de la península que ha llegado a los 40 grados. Llovió fuerte un poco antes de encontrarnos en su hotel para platicar una vez más, ahora teniendo como pretexto la aparición de su nueva “novela sin ficción”, El loco de Dios en el fin del mundo (Literatura Random House, 2025).
La historia de esta novela es la historia de un viaje al que invitaron a Cercas directamente desde el Vaticano para acompañar al papa Francisco en uno de sus viajes pastorales, esta vez a Mongolia, un país budista con tres millones de habitantes y sólo mil 500 católicos. Esa propuesta, me cuenta ya sentados en una cafetería ruidosa, es algo que el Vaticano no le había hecho nunca a ningún escritor de ningún país. Una invitación no sólo a volar con el papa, sino a escribir un libro y para eso preguntar lo que quisiera, a quien quisiera y sobre el tema que quisiera. Y ese libro podría ser una novela o una crónica o un ensayo. Cercas, claro, apostó por una “novela sin ficción”, o como él los llama también, “relatos reales”, es decir, una mezcla afortunada de ensayo, novela y autobiografía, en la que Cercas tiene sobrada experiencia, como lo muestran algunos de sus libros anteriores Soldados de Salamina (2001), Anatomía de un instante (2009) o El impostor (2014).
En sus novelas sin ficción siempre hay una pregunta que las anima, una pregunta sin respuesta, pero a la que hay que intentar buscar. “Todos mis libros son como novelas policiales” porque, explica, “en ellos hay un enigma y alguien que intenta descifrar ese enigma”. El enigma de El loco de Dios en el fin del mundo se lo regala su propia madre, quien se pregunta insistentemente si cuando muera podrá encontrarse con su esposo muerto; entonces la encomienda para Cercas es ir y hacerle esa pregunta al propio papa Francisco, el más indicado para dar una respuesta a ese enigma teológico. De manera que Cercas acepta la propuesta del viaje, con la condición de estar con el papa al menos unos minutos, condición que se cumple y se encontrará con él casi media hora en el avión rumbo al aeropuerto de Ulán Bator.
El viaje es geográfico, pero también le da oportunidad a Cercas de viajar a los sótanos del Vaticano (parafraseando a André Gide), sumergirse en el trato entre la curia vaticana, indagar sobre la vida y el pensamiento de Francisco, con quien discute frente a frente uno de los temas que le da sentido al cristianismo: la resurrección de la carne y la vida eterna. Y esa investigación, esa travesía por la respuesta sólo puede hacerla un escritor ateo y anticlerical como él, alguien que pudiera abordar esos temas con perspectiva y objetividad.
Sobre el caso específico de la encomienda de su madre, explica Cercas que no preguntó específicamente eso “porque mi madre fuera una persona excéntrica, que no lo era en absoluto, sino porque eso es exactamente lo que dice el cristianismo. Esto ha sido olvidado por muchos cristianos, pero es exactamente así. Y no lo digo yo, lo dice el papa Francisco. Lo dice San Pablo, quien inventó el cristianismo en cierto sentido. Resucitaremos porque Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, nuestra fe es vana. Nuestra fe no tiene sentido si Cristo no resucitó y si no resucitamos. Ése es el corazón mismo de la idea, del cristianismo”. Entonces el hijo escritor no sólo desentraña ese misterio esencial del cristianismo, sino que además investiga en la vida pasada y secreta de Jorge Mario Bergoglio, en sus contradicciones y su trabajo anterior a convertirse en Francisco.
A Francisco, lo dijo él mismo cuando salió por primera vez al balcón de la Basílica de San Pedro, lo fueron a buscar hasta el fin del mundo, y el fin del mundo puede ser lo mismo la Patagonia que Mongolia. “Este libro cuenta un viaje a Mongolia, que es un lugar muy exótico. Pero, sobre todo, cuenta un viaje al Vaticano, que es mucho más exótico que Mongolia”, porque para adentrarse en la Santa Sede hay que conocer las claves del cristianismo: “Así que alguien que entendiera las claves del cristianismo, porque fue educado en ello, como yo fui educado en ello, y como todos nosotros, hemos sido educados en ello, en Occidente, en Europa, o mucho. Pero que no era creyente, es decir, que en realidad pertenecía a la periferia”.
“Periferia” es una palabra clave para el pontificado de Francisco, explica Cercas en el libro, porque salió de una periferia (los barrios miserables de Buenos Aires) y viajó a muchas periferias (Kenia, Albania, Palestina y ahora Mongolia). A partir de ese concepto, me cuenta Cercas, “él creía que en la periferia es donde estaba la energía que podría renovar la Iglesia. Él creía que los misioneros que encarnan la periferia, que están en la periferia, son los representantes del cristianismo de Cristo. Él creía en una Iglesia misionera. Él creía que la Iglesia tenía que salir y buscar a aquellos que vivían allí. Los pobres, aquellos que no piensan como ella, los musulmanes, los que tienen otras religiones, etcétera. Es decir, la Iglesia no podía estar encerrada en sí misma, sino que tenía que abrirse. Y abrirse a las periferias. A las periferias en todos los sentidos. A las periferias sociales, los pobres, los indigentes. A las periferias geopolíticas”, y claro, también la literatura como una de esas zonas periféricas, por explorar.
En cambio, para adentrarse en el Vaticano, en el centro político y espiritual del cristianismo, me cuenta Cercas, ha tenido que despojarse de todos sus prejuicios, ése es “el mayor esfuerzo que he tenido que hacer para escribir este libro, éste es el mayor esfuerzo. Y ha sido un esfuerzo realmente serio. Es deshacerse de todos los prejuicios. Llegar aquí con una mirada limpia. Porque todos, cuando digo todos, quiero decir que todos tienen una gran cantidad de prejuicios sobre la Iglesia, sobre el Vaticano, etcétera”. Eso cambió su perspectiva sobre la propia religión en la que fue educado, pues Cercas confiesa que aunque sigue siendo un ateo y anticlerical, “ahora soy anticlerical mucho más en serio porque he aprendido a ser anticlerical mucho más en serio, no de chistes”.
Y finalmente, sobre el protagonista de este “relato real”, Jorge Mario Bergoglio, Cercas confiesa más su fascinación por el personaje que por la persona: “El personaje es emocionante. En su vida, no es una persona, hay muchas personas, como todos nosotros, al final. Y en diferentes etapas de la vida. En diferentes etapas de la vida hay diferentes chismes. Me fascina el personaje. Me apasiona él”. Aunque para ahondar en el personaje, el papa que le dio un nuevo impulso a la religión católica, tuvo que investigar sobre Jorge Mario Bergoglio, el joven estudiante de química, aficionado al futbol (como buen porteño), que lo dejó todo para entrar a un seminario y a una congregación donde lo acusaron de no salvar a dos de sus compañeros durante la dictadura militar argentina. E incluso más, entrevistar al propio inquisidor de Francisco e investigar sobre esa curia que rezaba pidiendo la muerte del primer papa jesuita.
El loco de Dios en el fin del mundo salió en abril, poco antes de que el papa Francisco muriera. Le hago notar a Cercas esta coincidencia y me intriga saber si antes de morir el papa leyó el libro: “No murió por eso, por leerlo, aunque es una leyenda que corre. Sí, creo que lo tuvo, lo tuvo en sus manos antes de morir. Pero bueno, espero que no haya usado sus últimos momentos en leerlo, tenía cosas más importantes que hacer”.+
Sergio Téllez-Pon (Ciudad de México, 1981), es poeta, cronista y editor, autor de «Retratos con Federico García Lorca» (Punto de Vista, Madrid, 2023).
