El primer fan de Jane Austen fue un señor
Por Magali T. Ortega @nenamounstro
Hace 250 años, Jane Austen pisó este mundo. Después de Shakespeare, es la autora que más se sigue leyendo. Como si se tratara de un culto, anualmente la gente peregrina hasta Bath, Inglaterra para hacer fiestas de cosplay y conocer la ciudad turística donde vivió la escritora; año con año tenemos nuevas ediciones de sus libros, las adaptaciones al cine y las series no paran ni los videos en TikTok en los que la reseñan. Una autora sin límite de tiempo.
Si me preguntan, a mí me late que Austen era refunfuñona, arisca, y todo su amor, coraje y ternura lo reservaba para sus personajes, personajes que le gustaban a alguien muy poderoso: un señor blanco, tosco, desagradable y privilegiado. Es más, era su fan. Es más, fue el primerito que compró Sentido y sensibilidad (1811) en preventa. ¿Qué quién era? Pues nada más y nada menos que el príncipe regente Jorge IV, quien asumió el trono cuando su padre, el rey Jorge III, murió.
Jorge, un gordito glotón, vacilador, problemático, prepotente y tomador, era un junior lamentable conocido más por sus escándalos que por su reinado. Protagonizó un escándalo mayúsculo por maltratar a su esposa, la reina Carolina de Brunswick, a quien mandó perseguir luego de que ella le pidiera el divorcio. María Fitzherbert fue la esposa ilegal con la que se casaría en secreto. Un tipazo, como verán.
Nicholas Foretek, un investigador del Programa de Documentos Georgianos de la Universidad de Pensilvania, encontró en los Archivos Reales la prueba documentada de que, el 28 de octubre de 1811, el Príncipe Fan de Austen compró a Becket&Porter la novela Sentido y sensibilidad por quince chelines. Esta adquisición la hizo antes de que apareciera el primer anuncio público del libro.
En vida, Miss Austen tuvo fama moderada. Digamos que le iba medianamente bien en ventas y en reseñas (que eran pocas); además, como firmaba anónimamente (By A Lady) no disfrutaba de la popularidad que después tendría Charles Dickens, por ejemplo. Sólo sus cuates y familiares sabían quién era la autora de Mansfield Park (1814). Por eso Jane se sorprendió al enterarse de que el príncipe era su fan.
Matthew Baillie (médico de cabecera del rey y médico de los Austen) fue el chismoso que le dijo a la Jane que el príncipe tenía una copia de todos sus libros en cada una de sus casas. Luego, ella recibiría una invitación a visitar la biblioteca de la escandalosa Carlton House gracias al reverendo James Stanier, el librero oficial del Jorge IV. Quién soy yo para juzgarla. Sabemos que Jane no podía rechazar esa invitación por más impresentable que fuera el príncipe. Aunque la admiración no fuera mutua, nadie quiere problemas con un señor poderoso, ¿cierto? Y menos en esa época, y menos siendo mujer escritora. Momentos incómodos sí hubo: el padrecito le dijo que si ella lo consideraba, el príncipe había dado su “autorización” (¿?) para que Austen le dedicara su siguiente novela. Achis, pues ¿cómo por qué o qué?
Nada tonta, Jane tomó esta situación incómoda y la volteó a su favor. Ella sabía que si le dedicaba la siguiente novela a su Alteza Real (más porque le hicieron manita de puerco que por gusto), el valor de su posición social y su obra podrían escalar. Entonces llegó 1815, año en el que se publicó Emma y, tal como se lo “sugirieron”, Jane le dedico el libro a Jorge IV:
«A Su Alteza Real, el Príncipe Regente. Esta obra, con el permiso de Su Alteza Real, es dedicada respetuosamente por su humilde y obediente servidora, la Autora».
Y ahora sí estamos de acuerdo con los académicos y antropólogos de la vida y obra de Jane, que dicen que esta dedicatoria fue un pitorreo sutil (“humilde y obediente”, ja, ja, ja), porque la que ríe al último, ríe mejor.
Larga vida a Jane Austen.
P.D.: el rey mandó encuadernar los libros de Jane en piel de becerro con los cantos dorados.