¿Cómo leen cuando leen? “Leer como un profesor” de Thomas C. Foster
No siempre estuve interesado en impartir clases; fui adolescente y, aunque no formaba parte de los grupitos de mal intencionados, sé cómo interactuaban, el tipo de bromas que se gastaban y los maléficos planes para controlar el grupo “B”. Lograr incentivar a secundarianos para que se interesen por la lectura es una tarea que puede parecer compleja. No todos pueden ser John Keating en el salón de clases.
Quizá Thomas C. Foster se acerque a esa destreza; profesor de literatura en la Universidad de Michigan-Flint publicó Leer como un profesor (Turner, 2015), donde explica parte de un amplio panorama de temas que pueden tratarse al hablar de literatura: originalidad, héroes, símbolos, imaginación, historias, personajes, influencias, etc. ¿A caso ya está todo dicho en la literatura?
Thomas Foster nos dice en una de sus páginas que “no existe una obra literaria completamente original” y no quiere decir que los escritores se plagien los unos a los otros, va más relacionado con los distintos tipos de vínculos que se establecen entre unas obras y las otras; hay algunas, sin embargo, que son más radicales en sus métodos de apropiación, a la hora de relacionarse con tal o cual obra, métodos que disgusta a veces a escritores, críticos y a María Kodama.
Leer como un profesor recopila una serie de consejos a partir de la experiencia de Foster como docente, para lectores iniciados; curiosamente, en una ocasión se enteró de que su libro era comentado por profesores de literatura de nivel secundaria, e incluso, adaptado a algunas sesiones escolares. Pero, ¿qué es leer como un profesor? Foster se inclina por la accesibilidad de la literatura, es decir, la multiplicidad interpretativa a la que cualquiera puede llegar; claro que tener algunas lecturas como background ayudan a esta tarea y parte del trabajo de un profesor es guiar hasta que su apoyo ya no sea necesario; pareciera que la misión del profesor es el permanente aniquilamiento. Por donde se le mire, el profesor es un temerario.
Podría utilizarse la metáfora del nido, por trillada que ésta sea: emprender el vuelo. Foster, en un momento, habla del vuelo en la literatura como libertad. Y es probable que la lectura sea algo parecido, ya sea para bien o para mal, pues hay que recordar que la literatura no forja necesariamente mejores ni peores personas.
Hoy lo pienso un poco menos. La docencia es una profesión vilipendiada, poco querida y hasta peligrosa. Pero por conseguir interesar a algunos alumnos por la lectura y que ésta cambie su mundo, vale la pena arriesgarse.
Thomas C. Foster. Leer como un profesor, Madrid: Turner, 2016, 317 pp.
Rolando Ramiro Vázquez Mendoza @LordNoa
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MasCultura 29-feb-16