El cine que habla en español, LA MUJER DEL PUERTO

Si el idioma español ha sido celebrado recientemente con el Día E, el cine que habla en español habría de tener un día especial. Por ello, rescatar del almacén las primeras películas que dejaron constancia del idioma, debería ser una costumbre aún más viva. Hoy haremos lo propio con La mujer del puerto, un clásico instantáneo dirigido por Arcady Boytler en 1933.

Apenas un par de años antes de la explosión popular que encumbró a La mujer del puerto al estatus de clásico, en 1931 la película Santa inauguraba el cine sonoro y comercial en español, por lo menos en México. Ambas son películas importantes en la historia del cine nacional; ambas pueden ser catalogadas como importantes por ser de las primeras que con éxito técnico y dramático, utilizaron el sonido en el cine. Sin embargo, si tuviera que escoger la película con la que el español comenzó a dejar marca profunda en la historia del siglo pasado, escogería siempre a La mujer del puerto.

No es nada contra Santa. Lo que ocurre es que La mujer del puerto, aún al trabajar con la misma figura femenina –la de la mujer orillada a prostituirse y, claro, a cargar con toda la culpa que ello causa en una sociedad tan ambivalente como la mexicana– tiene una sordidez cosmopolita difícil de resistir.

La historia de la mujer que vende su amor a los marinos que pasan por el pueblo, no tiene solamente una carga universal indudable, sino que la dota de una oscuridad que, a pesar de las fallas de la película, se evidencia más de lo que se cree. Obviamos por supuesto el extremadamente trágico final de esta historia. Me centro, por ejemplo, en secuencias que corren paralelas contraponiendo alegría y dolor, el rebote entre la celebración simultánea de un carnaval y un funeral, y que culminan a la perfección en ese final denso y lodoso donde placer y dolor, éxtasis y pecado, Domingo Soler y Andrea Palma, se encuentran de manera irremediable, violenta, casi grotesca, real.

La película es, además, un ejemplo claro de los mecanismos morales de una sociedad como la mexicana, que castiga a sus mujeres “pecadoras” y recoge a sus ovejas negras (casi siempre hombres) en un juego de puntos de vista tan ambiguos como ejemplares.

Recordar las películas de cuando el cine comenzaba a hablar en español, debería ser una tradición, como los carnavales y los funerales.

La mujer del puerto de Arcady Boytler en Gandhi

Por: Erick Estrada www.cinegarage.com