En la construcción marcada con el número 8, frente a la Plaza Valentín GómezFarías, en Mixcoac, transcurrió la infancia de Octavio Paz, nacido el 31 de marzode 1914. La calle que conduce a la antigua casa del Premio Nobel de Literaturase llama Licenciado Irineo Paz, su abuelo paterno.
Gracias a su bien nutridabiblioteca, don Octavio Paz empezó a involucrarse con la literatura desde la infancia.Sobre su barrio, Paz decía: “Mixcoac fue mi pueblo, tres sílabas nocturnas, unantifaz de sombra sobre un rostro solar. Vino nuestra señora, la tolvarena madre.Vino y se lo comió. Yo andaba por el mundo. Mi casa fueron mis palabras, mitumba el aire”.
Allá, donde terminan las fronteras, los caminos se borran. Donde empieza elsilencio. Avanzo lentamente y pueblo la noche de estrellas, de palabras, de larespiración de un agua remota que me espera donde comienza el alba.
Invento la víspera, la noche, el día siguiente que se levanta en su lecho de piedray recorre con ojos límpidos un mundo penosamente soñado. Sostengo al árbol, ala nube, a la roca, al mar, presentimiento de dicha, invenciones que desfallecen yvacilan frente a la luz que disgrega.
Y luego la sierra árida, el caserío de adobe, la minuciosa realidad de un charco yun pirú estólido, de unos niños idiotas que me apedrean, de un pueblo rencorosoque me señala. Invento el terror, la esperanza, el mediodía — padre de los deliriossolares, de las falacias espejeantes, de las mujeres que castran a sus amantes deuna hora.
Invento la quemadura y el aullido, la masturbación en las letrinas, las visionesen el muladar, la prisión, el piojo y el chancro, la pelea por la sopa, la delación,los animales viscosos, los contactos innobles, los interrogatorios nocturnos, elexamen de conciencia, el juez, la víctima, el testigo. Tú eres esos tres. ¿A quiénapelar ahora y con qué argucias destruir al que te acusa? Inútiles los memoriales,los ayes y los alegatos. Inútil tocar a puertas condenadas. No hay puertas, hayespejos. Inútil cerrar los ojos o volver entre los hombres: esta lucidez ya no meabandona. Romperé los espejos, haré trizas mi imagen, que cada mañana rehacepiadosamente mi cómplice, mi delator. La soledad de la conciencia y la concienciade la soledad, el día a pan y agua, la noche sin agua. Sequía, campo arrasadopor un sol sin párpados, ojo atroz, oh conciencia, presente puro donde pasado yporvenir arden sin fulgor ni esperanza. Todo desemboca en esta eternidad que nodesemboca.
Allá, donde los caminos se borran, donde acaba el silencio, invento ladesesperación, la mente que me concibe, la mano que me dibuja, el ojo queme descubre. Invento al amigo que me inventa, mi semejante; y a la mujer, mi contrario: torre que corono de banderas, muralla que escalan mis espumas, ciudad devastada que renace lentamente bajo la dominación de mis ojos.
Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y meinventa cada día.