El legado de Miguel Ángel Granados Chapa
Cuando estamos frente a alguna mítica figura de las letras, del pensamiento o de alguna otra disciplina, solemos verlo como una persona magnánima, sublime y ausente de cualquier vicio. Olvidamos que, como cualquier otra persona, los errores a veces forman parte de su día a día y se presentan en diversos momentos de su vida. Periodistas que intentan estar siempre del lado de la libre expresión no están exentos de los equívocos. Incluso los ampliamente reconocidos como Miguel Ángel Granados Chapa.
El periodista hidalguense nació el 10 de marzo de 1941, en Pachuca, estado de Hidalgo. Durante sus inicios, ignoraba que en un momento de su carrera profesional se convertiría en un destacado hombre volcado a la defensa de la libertad de expresión: hablar de la cuerda en casa del ahorcado, exponer sus ideas contra un estado que censura.
Estudió periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, junto con su colega Rafael Rodríguez Castañeda, que dice sobre Chapa:
…es un ‘río turbulento’ de aguas precipitadas que mantiene inalterado su curso.
Ambos, recuerda el también periodista, compartieron una vida agitada: el golpe contra el periódico Excélsior, orquestado por el gobierno de Luis Echeverría, en julio de 1976; la fundación del semanario Proceso, así como su participación en proyectos de la envergadura de La Jornada, Uno más uno, etcétera.
Jairo Calixto recuerda sobre Chapa, cómo ese tan admirado y prestigioso periodista, faltaba a las clases que impartía en la UNAM y daba burlones consejos a sus estudiantes para que mejor se dedicaran a vender tacos. Tiempo después, durante una conversación entre alumno-profesor, Granados Chapa le ofreció disculpas a Calixto, las que aceptó inmediatamente: una toma de conciencia sobre los errores que uno comete como ser humano.
El 16 de octubre de 2011, Granados Chapa falleció en la Ciudad de México.