Andersen: cuentos que se transforman en cisnes

No hay mejor forma de conocer a Andersen, ni ningún otro escritor, mas que leyendo su obra. En el caso de Andersen, el texto El cuento de mi vida sin literatura es un recorrido autobiográfico que nos permite adentrarnos a la vida del autor, justo en el momento en el que su renombre internacional comienza a tomar vuelo.

Aquí les dejamos una pequeña probadita de algunos de sus cuentos, breves párrafos en comparación con las largas páginas que no deben dejar pasar en alto. Con ustedes… Hans Christian Andersen.

La casa vieja

Érase una vez una casa muy vieja, muy vieja; tenía casi trescientos años, según podía leerse en las vigas, en las que estaba escrito el año, en cifras talladas sobre una guirnalda de tulipanes y hojas de lúpulo. Había también versos escritos en el estilo de los tiempos pasados, y sobre cada una de las ventanas en la viga, se veía esculpida una cara grotesca, a modo de caricatura. Cada piso sobresalía mucho del inferior, y bajo el tejado habían puesto una gotera con cabeza de dragón; el agua de lluvia salía por sus fauces, pero también por su barriga, pues el canal tenía un agujero.

El escarabajo

Al caballo del Emperador le pusieron herraduras de oro, una en cada pata. ¿Por qué le pusieron herraduras de oro? Era un animal hermosísimo, tenía esbeltas patas, ojos inteligentes y una crin que le colgaba como un velo de seda a uno y otro lado del cuello. Había llevado a su señor entre nubes de pólvora y bajo una lluvia de balas; había oído cantar y silbar los proyectiles. Había mordido, pateado, peleado al arremeter el enemigo. Con su Emperador a cuestas, había pasado de un salto por encima del caballo de su adversario caído, había salvado la corona de oro de su soberano y también su vida, más valiosa aún que la corona. Por todo eso le pusieron al caballo del Emperador herraduras de oro, una en cada pie.

La Sirenita

En el fondo del más azul de los océanos había un maravilloso palacio en el cual habitaba el Rey del Mar, un viejo y sabio tritón que tenía una abundante barba blanca. Vivía en esta espléndida mansión de coral multicolor y de conchas preciosas, junto a sus hijas, cinco bellísimas sirenas.

La Sirenita, la más joven, además de ser la más bella, poseía una voz maravillosa; cuando cantaba acompañándose con el arpa, los peces acudían de todas partes para escucharla, las conchas se abrían, mostrando sus perlas y las medusas al oírla dejaban de flotar.

Andersen, Hans Christian. Cuentos completos. Madrid: Cátedra, 2012, 1227 pp.

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