Exposiciones inmersivas: contemplar el arte lúdicamente
3 de enero de 2020
Gilberto Díaz
Hace unos meses se anunció que llegaría a la Ciudad de México, a partir de febrero de 2020, la exposición Van Gogh Alive – The Experience, la exposición inmersiva creada en París por el Atelier de Lumières, que promete al visitante una nueva perspectiva, mucho más personal y comprensiva dentro de los motivos en la obra del pintor holandés; pero ¿por qué hacer una exposición de este tipo?, ¿qué son las exposiciones inmersivas? y ¿de que tratan?
Sin duda la museografía ha logrado una evolución significativa en unos cuantos años, visitar un museo de arte por el simple hecho de contemplar en directo la obra plástica de algún artista que admiramos o que empezamos a descubrir, ya no se diga ir al único museo que alberga la obra, para encontrarse con un mar de gente intentando ver un cuadro de 77 por 53 centímetros en medio de una romería de turistas a los que el museo se ve obligado a pedirles mayor circulación y prohibirles el uso de cámaras de cualquier tipo -quienes hayan ido al Museo de Louvre no me dejarán mentir-, y es que la idea del museo como un espacio de contemplación pasiva terminó por ser rebasada en estos tiempos de celeridad e impaciencia.
Dentro de la narrativa que conlleva hacer la curaduría para un museo, se ha comprendido este cambio en la dinámica de las personas que asisten a las exposiciones, y por ello se ha llegado a la conclusión que, ante la alta demanda, una manera de modernizar la experiencia del museo es mediante la inmersión entendida como la creación de una ilusión de tiempo y espacio que permita la integración del visitante como participe de dicha ambientación creada.
Esta practica se ha extendido a lo largo del mundo como una alternativa de acercar algunas formas de arte a muchas más personas, incluso transmutando la figura del museo como lugar estático en un evento itinerante alrededor del planeta; como es el caso del ya mencionado Atelier de Lumières, que no solo ha creado la experiencia inmersiva en la obra de Vincent Van Gogh, previamente lo hizo también con la obra de Klimt, Monet, Renoir, Picasso y Chagall, o bien es el caso de FactoryFack con la obra de Caravaggio, Magritte y Modigliani por mencionar algunos.
Algunas de estas exposiciones no se limitan al arte convencional, ejemplo de ello es el MORI Building Digital Art Museum en Japón, que ofrece una experiencia de interacción total del entorno para los visitantes, o bien siendo más convencionales, las experiencias que ofrecen exposiciones itinerantes sobre reconocidas figuras de la cultura pop, como sería Pink Floyd: Their Mortal Remains, que actualmente se encuentra en Madrid o la exposición que fue David Bowie is por un periodo de 5 años; y que si bien no entran del todo dentro de la categoría de exposiciones inmersivas, si retoman algunos elementos de estas para acentuar la narrativa de su curaduría.
Es por ello que en años recientes -al menos en México- nos llegan con gran éxito nuevos tipos de exposiciones que buscan sumergirnos de una forma mucho más activa en la apreciación del arte en todas sus variantes, como fue el caso de la formidable exposición sobre Stanley Kubrick en la Cineteca Nacional de México, que tuvo que extender su estadía en este país por más del tiempo que se tenía planeado para poder satisfacer la gran demanda de los visitantes, y lo mismo sucedió años antes cuando llegó a México la réplica itinerante de la Capilla Sixtina y que a la fecha sigue captando el interés del público donde se presente.
A final de cuentas, las exposiciones inmersivas representan la evolución misma de nuestra percepción del mundo cada vez más dependiente de la tecnología, y por ello mismo, al utilizarla podemos aproximarnos a comprender desde otra perspectiva lo que los representa el arte, lo que se siente para de una manera lúdica reconectarnos con una sensibilidad perdida ante el ajetreo acelerado de una vida cotidiana que nos abruma con esa exigencia de inmediatez y brevedad del día a día.+