El cómic le pierde el respeto a los personajes históricos
Para muchos puede ser sacrílego abordar mitos como Lorca o Joyce bajo el prisma del cómic, como antes se dijo del cine, pero las viñetas están demostrando ser un medio para acercarse a grandes personajes históricos, aunque aún estén vivos, como ocurre en el "Castro" del alemán Reinhard Kleist.
El género ha desembarcado con fuerza en el salón del cómic de Barcelona (noreste de España), donde además de la obra de Kleist -dibujante que abordó, aunque en vertiente cómica, la vida del cantante Johnny Cash-, se han presentado numerosos títulos biográficos.
La idea de "Castro" le surgió a Kleist tras un viaje a Cuba. Fue allí cuando vio que el líder revolucionario, a pesar de su decadencia política, tenía un carisma evidente para convertirse en personaje de cómic, aunque fuera a través de la mirada irónica y crítica de un reportero, que lo retrata desde el inicio de la revolución.
Kleist apunta que Fidel Castro es un "personaje extremo", un "macho alfa" cuyo magnetismo se mantiene, sobre todo en los entornos rurales de la isla, pero que es difícil abordar, ya que el personaje se ha comido a la persona después de más de 50 años en el poder.
"Si no puedes empatizar con él, al menos este libro, me han dicho algunos lectores, te permite conocerlo un poco, entenderlo", afirma el autor, que ha contado con el apoyo del periodista Volker Skierka, biógrafo del militar cubano.
Kleist se documentó con testimonios de amigos, libros de historia y películas, entre ellas "Memorias de subdesarrollo", y fotos, antiguas y nuevas, algunas de cuyas imágenes aparecen casi calcadas en las viñetas, "porque La Habana tiene una estética muy fuerte, sus edificios, los coches y, sobre todo, esa luz…".
Sintetizar 80 años de una vida en cómic es complicado, afirma el autor -que ahora trabaja en la historia real de un boxeador alemán que pasó por los campos nazis-, pero remarca que si la documentación es buena, el lector tiene una sensación de realidad palpable, las viñetas parecen "transmitir más verdad".
Kleist, que no terminó de ver la película de Oliver Stone sobre Castro -afirma que se dejó llevar por su atractivo y convirtió su película casi en propaganda-, tiene previsto hacer una exposición en La Habana y espera poder entregarle un ejemplar al líder cubano.
"Será difícil, porque el libro es muy crítico al final y la gente de su entorno no sabe afrontar las críticas, aunque da la sensación de que él las acepta mejor. Creo que le halagaría, no lo leería, pero al menos miraría si se parece físicamente", bromea.
Para el español Alfonso Zapico, autor de "Dublinés", los cómics no "desacralizan" los personajes con los que se enfrentan, sino que sirven de "atajo" para interesarse por ellos, una virtud si delante tenemos a James Joyce, protagonista de su libro y escritor con fama de "críptico" y "difícil".
Esta novela gráfica levanta su esqueleto con pequeños detalles extraídos en parte de la exhaustiva y documentada biografía literaria que Richard Ellmann hizo del escrito irlandés.
"Era un reto hacer una obra de un personaje con una biografía tan densa, darle un formato fácil de leer, sin que la gente se asuste", explica el autor, que ha puesto el acento de "Dublinés" en la visión positiva que Joyce tenía de lo cotidiano.
"La huella de Lorca", del dúo Juan Torres (dibujante) y Carlos Hernández (guionista), es una "biografía de ficción" que huye de los tópicos asociados al poeta granadino, pero que tiene como base doce anécdotas reales.
Hernández, que trabajó el guión durante un año leyendo las biografías más destacadas sobre Lorca, entre ellas la del hispanista británico Ian Gibson, explica que "existe un hueco para este tipo de obras, porque sirve de puente entre los fans del personaje y los cómics, y entre los amantes del cómic y estos personajes, desconocidos en muchos casos para ellos".
Otros títulos que se presentan en Barcelona son "Tristísima ceniza", entre cuyos protagonistas está Robert Capa; "Carlos Gardel", del tándem Sampayo y Muñoz, y la biografía gráfica que Sid Jacobson y Ernie Colón han elaborado de Ana Frank. Sergio Andreu.
Barcelona (España), 15 abr (EFE)