Bob Dylan: El Nobel para un rebelde

La literatura no sólo se escribe: también es una experiencia que se vive y se disfruta a flor de piel.

Recordemos lo siguiente: la poesía nació íntimamente ligada a la música. 

Esto se debe a que los primeros poemas se declamaban acompañados por un instrumento musical. Así, la entonación al leer un poema se aproximaba más a los compases musicales que servirían de fondo a la hora de recitarlos. La mañana del pasado jueves 13 de octubre, la voz de la secretaria de la Academia Sueca, Sara Danius, pronunció el nombre de un eterno aspirante, un músico que por varios años fue incluido entre los nominados, y que también era uno de los chistes más recurrentes entre los incrédulos, y es que el triunfo parecía ser una especie de espejismo. Esa mañana, el anuncio cambió todos los paradigmas y prejuicios. ¿Qué llevó a la Academia Sueca a elegir a Bob Dylan como el nuevo Nobel de Literatura? Según el fallo del jurado, que se dio a conocer aquella mañana, el músico recibió el premio “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense’’. La elección tiene, sin embargo, otros motivos de igual probabilidad: de alguna manera, se reconoce la revolución cultural de los sesenta, de la que Dylan fue esencial catalizador. Durante muchos años, Bob Dylan ha sido una gran paradoja americana: un artista que revolucionó la composición de canciones populares con una obra desafiante y totalmente sincera, alguien que ha sabido representar canciones de protesta, pero que ha mantenido al margen lo que rodea su vida personal y su creatividad. Hasta el cierre de esta edición, Dylan no ha respondido a ninguna de las llamadas de la Academia sueca. Propio de un rebelde, tal vez Dylan no lo acepte.

Démosle un repaso al cartel del festival Desert Trip, realizado en Indio, California: Dylan, los Rolling Stones, Paul McCartney, Neil Young, The Who y Roger Waters. Olvidemos fama y rango de ventas de cada uno de ellos: es evidente que sólo uno tiene categoría de maestro. Una palabra desgastada, pero que aquí se aplica de manera lite – ral: todos los demás invitados estudiaron los discos del ahora premio nobel, desde 1965, si no es que antes. Las letras del rock cambiaron radicalmente a partir de sus primeros álbumes. Ampliaron su temática, enrique – cieron sus expresiones y buscaron ese aliento poético. Su evolución y talento como compositor han permanecido intactos y qué decir de su influencia reconocida por gente como Johnny Cash, Patti Smith, Bruce Springsteen, Cat Power, Pearl Jam, U2 y cualquier ícono del rock y del pop que se nos venga a la cabeza. La popularidad de Dylan no ha dejado de crecer conforme pasan los años. Aunque Dylan no ha declarado nada sobre dicho reconocimiento, sí lo hicieron al – gunos de sus contemporáneos como Leonard Cohen, que durante la presentación de su nuevo disco, declaró que darle el Nobel de Literatura a Dylan era como darle una medalla al Everest. Así de obvio e inapelable. Tom Waits tampoco quiso quedarse atrás y por medio de sus redes sociales también lo felicitó: “Es un gran día para la literatura y para Bob. Antes de que los cuentos épicos y los poemas fueran escritos, viajaban en el viento de la voz humana y no hay voz más grande que la de Dylan”. La obra y magia de Dylan son la conjunción alquímica de todo ello. Por eso la Academia, por primera vez, dio el Nobel de Literatura a alguien a quien, antes que leer, hay que escuchar. Los tiempos están cambiando. Con frecuencia se dice que él nunca se propuso cambiar la música pop o la sociedad en sí. A diferencia de otras estrellas del rock, su meta principal no era simplemente estar en las listas de popularidad u obtener galardones. “Siempre admiré a los artistas auténticos, los que tenían dedicación y aprendí de ellos”, comenta Dylan en una entrevista para el periódico El País en el 2004: “La cultura popular generalmente llega a su fin con mucha rapidez. La arrojan a la tumba. Yo quería hacer algo que perdurase junto a los cuadros de Rembrandt”.

“Para mí, el intérprete viene y se va”, recalcó alguna vez. “Las canciones son la estrella del espectáculo, no yo; Intento siempre estar aquí y ahora. No quiero hacerme nostálgico ni narcisista como escritor ni como persona. Yo creo que la gente que tiene éxito no habita en el pasado. Creo que es algo que sólo hacen los perdedores”, dijo en la misma entrevista. Ahora, con este galardón, y tras haber recibido el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2007, su inmortalidad está asegurada al convertirse en el primer músico que consigue el Nobel de Literatura. Sara Danius declaró minutos después del anuncio del galardón que “Si miramos miles de años hacia atrás, descubrimos a Homero y a Safo. Escribieron textos poéticos hechos para ser escuchados e interpretados con instrumentos. Sucede lo mismo con Bob Dylan. Puede y debe ser leído”. Es verdad: Bob Dylan ha reafirmado que si la poesía no es cantada, carece de vida y que nunca está de más una valoración de la canción como forma de arte. Éste es un punto a favor para el rock y la canción popular, y de que a partir de ese momento, la gente no únicamente correrá a las tiendas de discos, sino también a las librerías para descubrir el verdadero secreto del nuevo premio Nobel de Literatura.

Por Mariel Argüello

Ilustración de María Bazán, “Bazana”. mariabazanathie@gmail.com

 

MasCultura 15-nov-16