¿Quién vigila al caballero oscuro?
Algo pasó en los años ochenta. Aquello que flotaba en el ambiente se reflejó poderosamente en los cómics de superhéroes. Tan poderoso que sigue reverberando hoy.
En ese año, un puñado de jóvenes historietistas revolucionó el concepto novela gráfica, cambiando el panorama editorial para siempre; tanto que casi podría nombrar a 1986 como el annus mirabilis de los superhéroes.
Hablo, desde luego, de The Dark Knight Returns, de Frank Miller y Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons. Sin embargo, se ha hablado tanto de estos dos libros que me gustaría abordarlos, si es posible, por algún ángulo tangencial que ofrezca si no algo nuevo, por lo menos un enfoque menos trillado. Lo intentaré con pequeñas ideas interconectadas:
1) En 1986 el referente de las adaptaciones audiovisuales de los cómics era la serie Batman protagonizada por Adam West. Difícil de tomar en serio. Y si bien habían llegado otros personajes de los cómics al cine o la televisión, solían hacerlo con resultados más bien lamentables: aún no existía la tecnología para efectos visuales con la que se cuenta hoy.
2) El término novela gráfica no era de uso común: los cómics, considerados cultura basura, se vendían en los quioscos, no en las librerías. Al menos de este lado del océano.
3) En The Dark Knight Returns, Miller da con una idea de oro: ¿qué sucedería si Batman se retirara y volviera a poner orden en Ciudad Gótica diez años después, convertido en un hombre mayor?
4) 4) Moore y Gibbons hacen lo propio en Watchmen: ¿y si los superhéroes realmente hubieran existido?
5) Ninguno de los dos libros exalta la figura del superhéroe, todo lo contrario: cuestionan, ironizan, deconstruyen. La conclusión de ambos es que se trata, en el mejor de los casos, de una metáfora del fascismo.
6) Batman toma la ley en sus manos con criterios bastante torcidos. En uno de mis momentos favoritos lanza a un criminal (que ya trae collarín) a través de una ventana. Lo interroga. Como el pillo se niega a cantar alegando sus derechos, Bats dice: “En este momento tienes un vidrio clavado en una arteria mayor. Te estás desangrando. En este momento el único que te puede llevar a tiempo a un hospital soy yo”.
7)El Dr. Manhattan es el ser más poderoso del Universo, demiurgo creado por un accidente nuclear. La existencia de la raza humana depende de él, que es incapaz de tener la menor empatía por nada ni nadie. Un cadáver humano no lo conmueve. A nivel atómico, dice, es indistinguible de un cuerpo palpitante
8) Moore nos lleva de la mano de Rorschach, entra- ñable —si cabe— psicópata metido a justiciero enmascarado que desde la clandestinidad investiga una aparente conspiración para asesinar vigilantes. Novela negra en un universo paralelo, la conspiración que BERNARDO FERNÁNDEZ descubre Rorschach es mucho más tenebrosa. En el camino recorreremos la historia del mundo a la sombra de los justicieros enmascarados.
9) Watchmen es una obra grandiosa desde su estructura. Catedral narrativa de múltiples niveles, que lo mismo alude al poeta Juvenal que a Bob Dylan, a William Burroughs que a Siegel y Shuster. Acaso por momentos es excesivamente consciente de sí misma como un objeto transgresor: te estoy haciendo leer un cómic y te voy a volar la cabeza.
10) El dibujo de Gibbons es casi paradigmático del subgénero. No cae en los excesos gráficos de Jack Kirby, pero proviene de ahí. La paleta de colores de John Higgins, deliberadamente chillante, es otro elemento narrativo. Quizá no envejezca del todo bien y hoy parezca un poco caduco, pero mantiene su serena elegancia.
11) El guión de Miller es más lineal. Superpone varias líneas narrativas con ayuda de los globos y las capciones, integra viñetas en forma de pantallas televisivas en un bombardeo mediático. Aquí no hay citas más que a la propia mitología de Batman: los personajes conocidos por todos desfilan en sus páginas, envejecidos y decadentes. El color, de Lynn Varley, es prodigioso. Y el dibujo sintético de Miller, a un paso del cartoon, envejece mejor que el de Gibbons.
12) ¿Ya dije que todos los autores involucrados en ambos libros apenas rozaban la treintena cuando publicaron estas joyas? Los odio.
13) The Dark Knight Returns y Watchmen cambiaron el panorama editorial, para bien o para mal. No sólo abrieron un hueco en los estantes de las librerías para los cómics, además dieron un aura de respetabilidad a lo que hasta entonces se veía en Norteamérica —nos incluyo— como juvenilia desechable. “¡Pow, Wham, Crash: los cómics ya no son para niños!”, declaraban revistas como Rolling Stone o The New Yorker. Watchmen fue incluida por la revista Time entre las mejores cien novelas del siglo, colocando a Alan Moore al lado de Kerouac, Nabokov, Orwell, Lowry y Burroughs, entre otros.
14) Alan Moore solito elevó el status de guionista de cómics al de escritor.
15) Miller, Moore y Gibbons han cargado desde entonces con el estigma de haber emitido el certificado de mayoría de edad a un subgénero pueril. Todos se han mantenido activos, dentro y fuera de los superhéroes, notablemente Miller con la serie de cómics policiacos Sin City y Moore… él es el dios demente de los cómics.
16) Para entender al género de los superhéroes hoy hay que leer ambos libros. Para ver de dónde proviene el superhéroe. Pero sobre todo lo anterior: para comprobar que la literatura tiene muchos rostros, y la historieta es uno de ellos.
Por Bernardo Fernández, Bef @monorama