Los tantos legados de Francisco Toledo

Los tantos legados de Francisco Toledo
Viernes 6 de septiembre de 2019
Martín Solares

Se va Francisco Toledo y no puedo creerlo. Con profundo dolor envío mi más sincero pésame a Natalia, a Laureana, al Dr. Lakra y a su entrañable familia, así como a los innumerables amigos y admiradores del gran pintor oaxaqueño.

México pierde a uno de sus más grandes pintores y a uno de sus artistas más generosos. Miles debemos mucho a las ricas instituciones que fundó, creó y donó: la Biblioteca para Ciegos, la Fototeca Álvarez Bravo, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el admirable Centro de Artes de San Agustín Etla (CASA).

Gracias a su iniciativa sin par y a sus numerosos esfuerzos, el CASA es uno de los más ambiciosos y logrados centros culturales con que cuenta este país, y surgió en buena medida por la generosidad de un pintor, Francisco Toledo (y una arquitecta, Claudina López).

Amaba tanto a la ciudad que lo adoptó, que la defendió de todo tipo de agresiones provenientes de caciques y empresarios. En los agitados y aciagos tiempos de Ulises Ruiz, Toledo logró que continuara la rica actividad cultural que caracterizaba al centro de Oaxaca, convencido de que el arte debe sobrevivir a las veleidades de la política, que tiene mucho que darle a la gente, y más aún cuando esta vive la condición más adversa.

Todos los días, en cuanto abría el IAGO, el primer lector de revistas y publicaciones mexicanas y extranjeras era el mismo pintor que patrocinaba los talleres que formaban a artistas plásticos y escritores en El Centro de las Artes de San Agustín Etla. Uno que respondía con una sonrisa incansable a los infinitos saludos de sus también incansables admiradores.

Las editoriales que patrocinó o apadrinó, los consejos que dio a jóvenes artistas y escritores, pero en especial los colores que desplegó en sus cuadros le van a sobrevivir: gracias, querido Francisco por tanto talento y tantos legados.

Una vez lo vi por azar en un café a las ocho de la mañana. Tenía la camisa manchada de pintura: ya había trabajado algo y se disponía a regresar al taller. Le pregunté qué pensaba hacer a continuación: “Lo que la pintura me dé”.

Max Ernst decía que la obligación de los pintores consistía en lograr que el lienzo invocara unas cuantas manchas de colores, y que una vez ahí, era misión del artista escuchar a cada uno de ellos, de preguntarles incluso cuál era la vida que querían vivir y ayudarles a alcanzarla, aunque los colores se salieran del cuadro. Así pintó, en cada cuadro, Toledo. Conejos, murciélagos, monos y cientos de seres fantásticos siguen habitando sus obras, se siguen saliendo del marco.

Como los miles de papalotes que obsequió y dedicó a los niños que visitaron el IAGO, su recuerdo seguirá muy presente en lo más alto: ojalá todos sepamos estar a la altura de su desprendimiento, de su capacidad crítica y su amor a todas las formas del arte.

Descanse en paz, Maestro Toledo. +