
La caza del felino
Nelson DeMille es un narrador efectivo y efectista. Lo primero porque sus páginas están desprovistas de metáforas, vocablos rimbombantes y elucubraciones que ensucian la acción. Lo segundo porque la parquedad de su lenguaje se complementa con un humor corrosivo que mantiene la atención del lector arrancándole más de una sonrisa.