Los desaires en los tiempos de Octavio Paz #Taberna

¡Qué milagro! Pensé que le había reventado el hígado.

Aún tengo hígado para rato y también apéndice, riñones y…

Ya entendí. Pero entonces ¿por qué no vino la semana pasada?

Fui a la celebración de algunos amigos.

A emborracharse.

No: a celebrar. Además, soy como Jack London, sólo que mejor parecido. Cuando estoy en compañía de alguien tengo la amplia disposición para beber y las ocasiones que no hay nadie a mi lado, no me queda más que beber solo.

Pretextos. Me extrañó mucho tenerlo todos los martes desde hace ya varios meses y de repente ¡puf! Desaparece.

El día que me vaya de verdad su taberna quebrará.

Jamás, usted se irá y mi taberna permanecerá. Será la última de todas las que queden en pie.

Claro. La esperanza muere al último.

Y a todo esto, ¿qué amigos festejó?

Un par de amigos poetas. El buen Octavio Paz, que nos presentó un librito donde se recopilaban algunos poemas suyos con ilustraciones de su segunda esposa. Pobre de Elenita cuando se enteró de Marie José; Elena Garro, la primera esposa de Paz, perdió los estribos. Yo me alejé de ella y cuando salió del país dejamos todo contacto. ¿Sabía que señaló a varios amigos y personas cercanas a Octavio como instigadores del movimiento estudiantil de 1968? Lo llamó el complot de los cobardes y muchos de ellos fueron encarcelados. ¿Se acuerda de Pepe Revueltas?

¡Claro!

Pues él también fue preso y después llegué yo. Elena Garro sólo cosechó intrigas y suspicacias por sus acciones. Durante la década de los setenta se fue de México por un largo periodo.

Estaba deschavetada.

Ya lo creo. Las tristezas que ocasiona el amor.

No conocía ese lado cursi de usted.

A veces me pongo sentimental. Elena sufrió mucho. Ya lo dijo mi querida Sor Juana, a quien también recordamos recientemente: Este amoroso tormento que en mi corazón se ve, sé que lo siento, y no sé la causa porque lo siento. Siento una grave agonía por lograr un devaneo, que empieza como deseo y para en melancolía. Y cuando con más terneza mi infeliz estado lloro, sé que estoy triste e ignoro la causa de mi tristeza. Algo así debió haberse sentido.

… supongo.

Pero sírvame un whisky, como le gustaba a Jack London, que la tarde está preciosa como para estar triste.

¿Dice que perdió el contacto con la tal Elena? Porque creo que le pegó lo deschavetado. La tarde está para llorar, ¿no ve lo nublado y la contaminación que hay?

Entonces que sea para brindar por los amigos.

Brinde para que no le reviente el páncreas.

¡Por mi páncreas! ¡Salud!

Por: R. R. Fullton  @LordNoa

Figuras y figuraciones, de Octavio Paz y Marie José Paz. (Leer reseña)

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