La casa de Jean-Jacques Rousseau

La casa de Jean-Jacques Rousseau

El número 40 de la Grand Rue o, lo que es lo mismo, la casa que vio nacer al polifacético filósofo Jean-Jacques Rousseau en el centro de Ginebra el 28 de junio de 1712, ha sido “ocupada” por los escritores suizos de habla francesa.

El que fuera el hogar de Rousseau durante los primeros años de su vida se convirtió en 2002, tras una remodelación de una de sus plantas, en el Espacio Rousseau, un museo interactivo a través del que la ciudad de Ginebra recuerda a su ciudadano más ilustre.

Ahora, con motivo del tricentenario de su nacimiento, la casa ha abierto una nueva planta -son siete en total- que este mes se ha convertido en “La Casa de Rousseau y la Literatura”, el primer espacio cultural de este tipo en la Suiza francófona.

La directora del Espacio Rousseau, Isabelle Ferrari, afirmó a Efe que el objetivo es reformar todo el edificio para crear una gran casa cultural dedicada a la literatura.

“Existen casas de la literatura en Basilea y Zúrich, pero ninguna en la parte francesa, así que esta es la primera”, explicó Ferrari, que agregó que esta de Ginebra “no solo es un lugar donde escritores y público pueden dialogar, sino también un lugar de memoria donde reflexionar sobre Rousseau”.

El proyecto, para el que todavía se está buscando financiación, prevé transformar los siete niveles del inmueble en estudios -para que los escritores puedan residir y trabajar durante un corto periodo de tiempo en Ginebra-, una sala de conferencias, una sala de exposiciones y un café literario.

El espacio Rousseau, el piso dedicado estrictamente a recordar la vida de este filósofo, coexistirá con todos estos nuevos espacios y con apenas cambios. “Quizás cambiemos el suelo, pero ya está, porque esto funciona muy bien así”, bromeó Ferrari.

El visitante que acuda a descubrir la figura de Rousseau se encontrará con una casa museo muy poco convencional, ya que, lejos de conservar sus muebles o la pluma con la que rubricó sus escritos -de entonces solo queda una chimenea y una pequeña alacena-, la exposición tiene un carácter multimedia.

A través de una pequeña puerta de madera y unas estrechas escaleras se accede al primer piso de la vivienda, un espacio diáfano en el que cohabitan paneles y pantallas de televisión que, estructurados en seis secciones, narran la vida del autor de “El contrato social” y “Emilio o la educación”.

El turista, provisto de auriculares y de un detector de infrarrojos, puede pasear por la sala como antaño hizo tan a menudo Rousseau por las calles del casco antiguo de Ginebra, y acercarse indistintamente a los seis puntos que guían el recorrido.

En cada uno de ellos, las imágenes que lo rodean lo trasladarán a la Ginebra de 1712 e incluso podrá escuchar, junto a la de la narradora, las voces de Rousseau y Voltaire, quienes se enfrentan en la grabación que guiará su paseo.

Hasta que las siete plantas de la Casa de la Literatura de Ginebra sean una realidad, la literatura actual y el espíritu de Rousseau (fallecido en 1778) coexistirán más que nunca.

De momento hay carencia de espacios independientes, así que, por las tardes, la estancia que recuerda a Rousseau se reorganiza y se convierte en una sala de conferencias o un teatro, eso sí, siempre con un retrato de fondo que recuerda quién es el verdadero propietario.

Ginebra, 9 feb (EFE)