“Roma, città aperta” a 75 años

“Roma, città aperta” a 75 años

27 de septiembre de 2020

Gilberto Díaz

Dentro de la historia del cine existen películas que se convierten en símbolos que marcan el antes y después de una época, ya sea para la historia del cine como Easy Rider (Dennis Hopper, 1969), la cinta iconográfica de la contracultura, que marcó en Hollywood una nueva era de producciones enfocadas en la figura del director y dejaba de lado -por un momento- la intervención del sistema de estudios,  Le Beau Serge (Claude Chabrol, 1956), que es considerada como la primera película producida en el movimiento Nouvelle Vague que revolucionó la forma de ver y hacer el cine; o para la sociedad, dado el preciso momento histórico en que se estrenaron, tal es el caso de Das Cabinet des Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920) y Nosferatu (F.W. Murnau, 1922), ambas representativas de la efímera República de Weimar que nació consecuencia de la Primera Guerra Mundial y el expresionismo alemán, o como lo es la causante de este texto: Roma, città aperta.

La cinta realizada por Roberto Rosselini cumple este 27 de septiembre el 75 aniversario de su estreno, que literal y metafóricamente se convirtió en el símbolo del cine italiano y europeo al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Este drama situado en los momentos previos a la derrota italiana, toma su nombre de un término legal de tiempos de guerra, en el que una ciudad se rinde sin combatir para evitar dañar a la población y la infraestructura de la que tiene sustento, y es en esa idea que la película toma una fuerza simbólica trazada en tiempos de un inminente cambio.

A pesar de que no logró el éxito en Italia cuando se estrenó por primera vez, Roma, città aperta llamó la atención en el resto del mundo por la crudeza y fidelidad emocional reflejadas en su metraje. Aquella desgarradora escena en la que Anna Magnani, interpretando a Pina, corre desesperadamente detrás del camión de prisioneros en el que se llevan a su esposo Francesco, sigue siendo una de las más identificadas en la historia del cine mundial por su fuerza y contexto, es con esa misma escena que se puede entender claramente la razón de que al periodo del cine italiano que comenzó con esta película se le llamara “neorrealista”, y es también con esa escena que se entiende todo aquello por lo que este tipo de cine se caracteriza: crudo, honesto y directo.

Rosselini inicialmente pretendía filmar un documental sobre un sacerdote que fue baleado por soldados alemanes por bridarle ayuda al movimiento partisano de Italia, pero el proyecto terminó transitando hacia la ficción por la mera casualidad de las circunstancias, primero por la mala calidad del material en stock para realizar el documental y después por la necesidad de relatar el momento que se vivía en Roma previo a su liberación por parte de los aliados, estas mismas circunstancias obligaron a la precaria producción a trabajar con todo aquello que estuviera a la mano, desde equipamiento desechado de soldados, hasta contratar a actores no profesionales con el objetivo de retratar con fidelidad la pobreza, dificultades y sufrimiento por el que pasaba la población romana.

La producción llegó a encontrarse en momentos de una complicada precariedad, que apenas y podían abastecerse de la suficiente cinta para concluir las escenas, deteniendo la producción por largos periodos de tiempo; pero de nuevo la sinergia y circunstancias ayudaron a Rosselini cuando conoció a Rod E. Geiger, un soldado estadounidense de la división de comunicaciones que se interesó en ayudar al proyecto consiguiendo material de filmación que era desechado por el ejercito norteamericano, suficiente para completar la película.

Lo que no es obra de las circunstancias es la importancia de Roma, città aperta y su consecuente éxito, no solo porque es un documento fiel de uno de los conflictos más dolorosos del último siglo, que lo es, pero también porque es producto de la pasión por querer contar una historia, de dejar un registro de lo vivido ante la agobiante incertidumbre del mañana, y de crear más allá del beneficio económico. Es cierto, Rosselini se convirtió en un cineasta respetado y reverenciado, su cine es objeto de análisis en universidades de todo el mundo, luego de esta película, filmó Paisà y Germania anno zero, abordando la misma temática, y sin saberlo fundó el neorrealismo italiano y toda una escuela de cineastas que convirtieron a su país en un foco cosmopolita de la narración con imágenes en movimiento. Todo un nuevo mundo que comenzó con la idea de hacer un breve documental hace 75 años. +