El gigante enterrado

Kazuo Ishiguro nació en Japón pero con apenas seis años se trasladó a Londres, donde terminó fijando su residencia. Desde los 5 a los 12 años estudió piano. Más tarde estudió una maestría en la Universidad de East Anglia y la Universidad de Kent. Comenzó a hacer guiones para series de televisión y pequeños relatos. Después vinieron sus novelas, que se caracterizan por una psicología de angustia y recuerdo del pasado, con escasos personajes y un hilo argumental débil, muy al modo oriental. El Japón de la posguerra, el nazismo y los periodos anteriores a la II Guerra Mundial son los temas más tratados en sus obras.

Ha recibido los más importantes premios literarios británicos, como el Premio Booker o el Premio Whitbread (mejor autor novel británico del año) y su obra ha sido traducida a 28 idiomas.

El gigante enterrado

Inglaterra en la Edad Media. Del paso de los romanos por la isla sólo quedan ruinas, y Arturo y Merlín amados por unos, odiados por otros– son leyendas del pasado. Entre la bruma todavía habitan ogros, y británicos y sajones conviven en unas tierras yermas, distribuidos en pequeñas aldeas. En una de ellas vive una pareja de ancianos Axl y Beatrice– que toma la decisión de partir en busca de su hijo. Éste se marchó hace mucho tiempo, aunque las circunstancias concretas de esa partida no las recuerdan, porque ellos, como el resto de habitantes de la región, han perdido buena parte de la memoria debido a lo que llaman. En su periplo se encontrarán con un guerrero sajón llamado Wistan; un joven que lleva una herida que lo estigmatiza; y un anciano Sir Gawain, el último caballero de Arturo vivo, que vaga con su caballo por esas tierras con el encargo, según cuenta, de acabar con un dragón hembra que habita en las montañas. Juntos se enfrentarán a los peligros del viaje, a los soldados de Lord Brennus, a unos monjes que practican extraños ritos de expiación y a presencias mucho menos terrenales. Pero cada uno de estos viajeros lleva consigo secretos, culpas pendientes de redención y, en algún caso, una misión atroz que cumplir. Sumando el viaje iniciático, la fábula y la épica, Kazuo Ishiguro ha construido una narración bellísima, que indaga en la memoria y el olvido acaso necesario, en los fantasmas del pasado, en el odio larvado, la sangre y la traición con los que se forjan las patrias y a veces la paz. Pero habla también del amor perdurable, de la vejez y de la muerte. Una novela ambientada en un pasado remoto y legendario que vuelve sobre los grandes y eternos temas que inquietan a los seres humanos.

“Pese a lo agotado que estaba, a Axl le costaba conciliar el sueño. Los monjes los habían alojado en una estancia del piso superior, y aunque era un alivio no tener que soportar el frio que se filtraba desde la tierra, nunca lograba dormir bien cuando estaba por encima del suelo. Incluso cuando se refugiaba en graneros o establos, a menudo subía por las escaleras sabiendo que se enfrentaba a una noche sin dormir bien cuando estaba por encima del suelo”.

MasCultura 06-mar-2017