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“Todo lo que hay” es lo que se ama de James Salter

Todo lo que hay” da fe de que James Salter no es cualquier escritor. Puede o no gustarte el tema o el género en el que escribe, pero su novela es muestra de que se está frente a un escritor formado, con talento, con una prosa exquisita y una belleza literaria destacable.

James Salter nació en 1925, en Nueva York, tiene actualmente 89 años y es sin dudas uno de los autores más relevantes que han formado una carrera literaria sólida y que aún viven. “Todo lo que hay”, su más reciente novela, ha sido abundantemente elogiada por la crítica como el regreso triunfal del autor luego de más de tres décadas.

Ésta cuenta la historia de un hombre sensible al amor y a las letras, Philip Bowman, quien tras haber regresado de las batallas navales de Okinawa, un mundo hostil, se instala en Nueva York y consigue trabajo como lector en una pequeña editorial de renombre: “Poco después le hablaron de un trabajo como lector de manuscritos para una editorial. El salario resultó ser menos del que ganaba, pero la edición era un negocio distinto: una actividad de caballeros, el origen de la serenidad y la elegancia que adornaban las librerías, del fresco aroma que desprendían las páginas recién impresas, aunque nada de eso fuese patente en las oficinas, que estaban cerca de la Quinta Avenida, en la parte trasera de un piso superior.”

La necesidad de Bowman de cambiar de ambiente tiene que ver con el anhelo que siente también de estar enamorado y de ser amado. Por lo que la historia de éste transitará entre su entrada al mundo literario y el éxito, y las mujeres que forman parte de su vida. El personaje, así como el ambiente de posguerra, de fiesta, excesos y, en este caso, de tertulias literarias recuerdan a Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, entre otros. También es fácil establecer la relación entre el protagonista y Salter, quien perteneció a las fuerzas aéreas y luchó en Corea para luego abandonar el ejército y dedicarse a las letras. Bowman, sin embargo, no se presenta como los hombres que suelen aparecer en ambientes así, no pretende ser un mujeriego, más bien carece de la fortuna de conservar el amor.

“Todo lo que hay” no es una historia compleja, creo que su mayor atributo reside en la belleza con que cuenta ciertas anécdotas, ya sean del mundo literario o del amor, por ejemplo, el momento en que recuerda a uno de sus clientes, un escritor que no terminó la escuela: “Recordó, en cambio, el almuerzo que había tenido pocos días antes con uno de sus escritores, un tipo que solamente había terminado primero de secundaria, aunque no explicó por qué. Su madre le dio una tarjeta de una biblioteca y le dijo: ‘Ve allí y lee los libros.’ –Los libros, eso es lo que me dijo. A ella le hubiera gustado ser maestra, pero no pudo porque enseguida tuvo muchos hijos. Era una mujer amargada. Me decía: ‘Vienes de una familia decente y trabajadora. Gente seria.’ La palabra ‘serio’ lo había perseguido toda su vida.”

O el momento en que habla sobre una de las mujeres de su vida, su madre: “Beatrice, quizá a causa de la muerte de su padre, que recordaba con nitidez, sentía un obstinado pavor al otoño. Había un momento del año, a finales de agosto, en que el verano asaltaba los árboles colmados de hojas con un poder deslumbrante, pero un día, de improviso, quedaban extrañamente quietos, como si temieran algo y se pusieran en guardia. Lo sabían. Todos lo sabían: los escarabajos, las ranas, los cuervos que andaban con solemnidad por los prados. El sol que estaba en su cenit y abrazaba el mundo, pero tenía las horas contadas, todo lo que uno amaba corría peligro.”

Última frase que pareciera resumir la historia de Bowman “todo lo que uno amaba corría peligro”. Todo lo que hay es lo que se ama, lo que se pierde, lo que queda escrito y se vuelve realidad.

Por Perla Holguín Pérez

"Todo lo que hay", James Salter. Barcelona, Salamandra, 2014, 380 pp.

Mascultura 07-Oct-14