RASHOMON: Todos son culpables

¿Alguno de ustedes recuerda una historia en la que todos sean culpables? Cuando buscamos una -hagan el intento- casi invariablemente llegamos a películas que terminan siendo moralmente poco rígidas y con ello me refiero a que usualmente poseen un final en el que todos los personajes tienen oportunidad de ser perdonados por nosotros, que somos quienes vemos la película.

Piensen más. ¿Alguna vez han visto una película en la que todos los personajes sean culpables del mismo homicidio? Existe una en la que el asesinato que se nos describe se acomoda de tal manera en los intereses de los que directa o indirectamente participaron en él, que nos hace ver que todos ellos y todos nosotros que calladamente observamos y con convertimos así en cómplices, todos somos culpables.

Rashomon, de Akira Kurosawa, es uno de los primeros acercamientos (no el primero, eso es ya seguro) a historias que incluyen y desarrollan distintos puntos de vista sobre un hecho. Lo emocionante de la película es que ese hecho, un asesinato que se adorna con llamaradas de atracción sexual, encantamiento con la violencia, dinero y, sobre todo, maldad humana sin explicación. Lo que la hace profundamente emocionante es que desarrolla esos puntos de vista y engorda el discurso visual dependiendo del narrador.

Si es una mujer, una bruja, un ladrón o un campesino quien narra lo sucedido, el entorno del mismo hecho cambia de situaciones con viento extremo o lluvia, calor insoportable o con nubes en el cielo, y ese es el prodigio de Kurosawa en esta narración. A pesar de que cada voz toma su turno en una forma que podríamos llamar incluso lineal, lo que rodea a los personajes, sus tierras y sus aires alrededor del mismo hecho, dan un acento visual a la narración oral.

No se trata de un ejercicio de inclusión. Lo que le interesa a Kurosawa es la disección que los personajes hacen de los otros y de sus intereses al cambiar detalles y sutilezas sobre ese asesinato. Unos agregan lluvia, otros los desvaríos de la bruja-pitonisa, pero todos narran lo mismo. Y ahí la reflexión sobre la moral y la profunda imperfección de la humanidad aparecen de manera escandalosamente natural.

El resultado, más que un desenlace apegado a “lo justo” que cabalga sobre la bondad del ser humano, es todo lo contrario a ello. La idea final es la de un mundo oscuro pero profundamente humano, violento y descarado, pero tan cercano a nuestro propia experiencia que, si se tratara de un juicio para castigar al culpable, todos seríamos señalados como tales.

Eso ocurre cuando le das a un genio ingredientes como el homicidio, sexo, envidia y avaricia en el mismo paquete. De las imperdibles de Kurosawa.

Por Erick Estrada www.cinegarage.com

Imagen 1 y 3: Cartel de la película Rashomon, de Akira Kurosawa.
Imagen: Fotogramas de la película Rashomon, de Akira Kurosawa.
Mascultura 06-Feb-13