“Postpunk: romper todo y empezar de nuevo” de Simon Reynolds, porque la música también importa

El fenómeno musical se ha vuelto un arte a gran escala, es decir, capaz de llegar a muchos rincones y recoger cualquier forma de expresión. ¿Quién no intentó, con el instrumento que estuviera en sus manos, formar una banda? Los fines de cada agrupación musical variaban, según los intereses personales y el contexto en el que se desenvolvían. Así en todos los lugares y en todos los tiempos.

“Postpunk: romper todo y empezar de nuevo” (Caja Negra, 2014) de Simon Reynolds se concentra en un periodo de la historia musical en inglés que abarcó de 1978 a 1984. Fue una época inundada de música que rebosaba de idealismo –a pesar de la reciente declaración de defunción del punk– y una constante inclinación por experimentar, sin dejar de lado la realidad política y social.

¿Qué grupo recuerdan que izara la bandera del postpunk y sobreviviera para contarlo? Una peculiaridad de muchas bandas que emergieron en aquella escena, particularmente en Inglaterra, fue que no eran músicos por profesión. Si bien estaban vinculados con el mundo de los pentagramas y las notas, el postpunk estuvo representado, en gran medida, por jóvenes universitarios.

Gang of Four, grupo formado por estudiantes de la Universidad de Leeds, desarrollaron un concepto de crítica social. Hijos del Departamento de Bellas Artes, de dicha Universidad, compartieron la época con bandas hermanas: The Mekons y Delta 5. No muy lejos de esa misma postura, los integrantes de Scritti Politti se reivindicaron como una banda con intenciones políticas y contra las convenciones musicales. Hubo, por supuesto, entre estos y otros grupos, altercados suscitados por choques no sólo en el ámbito musical, sino ideológico; desde disputas con skinheads que en no pocas ocasiones terminaron con los rostros ensangrentados, hasta reivindicaciones fascistas de grupos como The Dentists, que perteneció al Rock Against Communism, movimiento también surgido en Leeds.

Otros grupos que acapararon las miradas y se disputaron títulos como “bandas representativas” de Manchester, región de donde eran oriundos, fueron The Fall y Joy Division. En aquel entonces, Manchester era una franca imagen de la decadencia, lo que no extraña que dejara su esencia plasmada en la estética de estos dos grupos, especialmente en Joy Division, cuyo funesto desenlace, si bien fue un duro golpe para todos, no representó el fin de la agrupación, pues superaron la trágica etapa como New Order, nombre que ya indicaba el cambio y la trascendencia.

“Postpunk: romper todo y empezar de nuevo” está lleno de referencias biográficas de las bandas y sus integrantes que realzan el arduo análisis que lleva a cabo Reynolds, sin dejar de lado las condiciones sociales que tanto caracterizaron aquella época. Aunque no todo fue compromiso político, claro, pues en una realidad marcada por la catástrofe, muchos lo que querían era ofrecer un claro entretenimiento con miras a alcanzar un estado mayor de satisfacción y bienestar o, simplemente, una mirada conforme que saliera avante, como en el caso de Adam Ant y Bow Wow Wow, ambos vinculados con el ex-agente de los Sex Pistols, Malcolm McLaren, quien después incursionaría en el rap tras un viaje al Bronx.

Gracias a “Postpunk: romper todo y empezar de nuevo” logramos tener un amplio panorama de lo que fue el final de los setenta y el inicio de los ochenta, marcados por bandas tanto británicas y estadounidenses como B-52, The Human League, Culture Club y Depeche Mode. Incluso, Reynolds deja entrever parte de la escena que ha nacido como influencia de aquellas bandas, entre las que se destacan Red Hot Chili Peppers, Interpol y Bloc Party. Este libro logra capturar la esencia del postpunk como una contracultura fragmentada y multifacética que creía que la música sí importaba porque tenía el poder de cambiar el mundo.

-Simon Reynolds. “Postpunk: romper todo y empezar de nuevo”, Argentina; Caja Negra Editora, 2013-2014, 553 pp.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza @LordNoa

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