Amigos para toda la vida: PERSONAS de Carlos Fuentes

Alguno de ustedes recordará ese comercial que hablaba de lo efímero que es la vida y las personas que transitan por ella. No recuerdo el producto, pero sí los tonos acuarela que se fugaban entre pixeles hablando de los amigos que sobrevivieron al tiempo, la mujer que se convierte en la vida de uno —sin embargo, también los hombres que logran ser la razón de existir de alguna mujer— y el maestro que también permanece al lado. ¿Cuántas personas se han quedado en su vida y la han marcado, estimado lector?

Carlos Fuentes, recientemente fallecido el 15 de mayo del año en curso, nos dejó un libro en el que recuerda a aquéllos cuyos lazos de amistad se entretejieron a prueba de tiempo y vida. Sí, Fuentes no se fue sin antes darles un último recuerdo y agradecimiento.

De esta forma, Personas figura como un álbum textual donde el escritor mexicano rememora pasajes ocurridos con Alfonso Reyes, Luis Buñuel, Julio Cortázar, Arthur Miller y varios más. Narra parte de la vida de ellos y su vida con ellos. Sus experiencias, aquellos gratos momentos que todos hemos experimentado con alguien. La dicha de conocer a una persona que deja huella para siempre. O el accidental tropiezo que, antes que nada, es el inicio de un largo trayecto en conjunto, como la vez que Fuentes se acercó por primera vez a Cortázar. Un rostro limpio, joven e inocente que confundió con el hijo del escritor argentino: “—Pibe, quiero ver a tu papá—. Soy yo.”

Personas es también un análisis, una reflexión de todo lo que significó para Fuentes su relación con esta gente. Susan Sontag, María Zambrano, Lázaro Cárdenas y Pablo Neruda. Porque el trato que uno entabla con alguien deja un conocimiento. No importa si fue un acercamiento bueno o malo, el aprendizaje es lo que cuenta y, sin duda, y como lo narra en su libro, una relación fraternal siempre otorga la mejor enseñanza, porque todas las partes crecen en conjunto.

Alfonso Reyes, el gran maestro y amigo de Fuentes, tiene el honor de figurar en la primera estampa, sólo antecedido por Jean Daniel quien marca el preámbulo del libro y, así, desvela el eje de este mismo. La máxima que guiará a lo largo de las páginas: “No podemos tener la razón solitariamente”. Personas rinde muestra del diálogo que mantenía Fuentes con sus allegados, su constante crecimiento y apoyo mutuo. Desde una joven y morena Susan Sontag que lo cuestiona en su primer encuentro por su opinión acerca de la relación entre Hegel y Feuerbach, hasta un Pablo Neruda abandonado por las cabezas culturales cubanas que algún día le demostraron aprecio. Son esos pequeños detalles los que se entierran en la mente y echan raíces para germinar en frutos que jamás se olvidarán.

Son sólo algunos retratos de todos los que pudo haber escrito Carlos Fuentes antes de irse: Fernando Benítez, Jesús de Polanco, François Mitterrand, Mario de la Cueva. Sin duda, un libro como Personas se arriesga a ser un libro incompleto por todos aquellos que puedan hacer falta. Piénselo de esta forma, estimado lector, ¿cuántos amigos y familiares suyos serían dignos de figurar en una lista como la que hoy nos ofrece Carlos Fuentes?

Sí, Fuentes se fue hace tan sólo unas semanas, pero, sin duda, no nos dejó solos.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza

Imagen: Portada del libro Personas de Carlos Fuentes.
Mascultura 23-Jul-12